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Huida de lo real y farsa electorera

Avatar del Willington Paredes

El “debate electoral” del 16-17 de enero del CNE no fue tal. No se debatió idea, propuesta o señalamiento alguno, general o específico.

El “debate electoral” del 16-17 de enero del CNE no fue tal. No se debatió idea, propuesta o señalamiento alguno, general o específico. Fue vacío. Divagación y extravío. Mostró y enseñó mucho: mentiras, farsas, ilusionismo, etc. Lo grave: la creencia de que la audiencia eran niños que se podían engañar con caramelos amargos. Un baratillo de ofertas. Nada más. Eran escolares mal preparados y sin conocimientos, respondiendo de memoria y divagando. Los moderadores inadecuados para un evento esencialmente político. Lo anecdótico: la denuncia de dos candidatos contra robos y saqueos del correísmo. Sin respuesta por el de la robolución ciudadana. Lo ridículo: la felicitación a la cónyuge.

Una muestra más de la desvergonzada huida de la dura crisis del país en lo económico, político, fiscal, sanitario, empleo, educación, justicia, institucional, etc. Eso revelaron los “cándidos” (perdón candidatos). Los grandes ausentes del debate: la razón analítica y la orientación certera. No estuvo el pensamiento ni la voz auténtica del político y líder honesto que sabe que hoy el poder es un desafío y tarea difícil, que sin un acuerdo de unidad nacional, de todos los sectores sociales y políticos, no se podrá realizar, pues por obra y efecto del correísmo y la pandemia el Ecuador está en un agujero negro de espanto y terror. Cada uno de esos mentirosos y demagogos pensó que mostrándose como Mecenas y Mesías, los votantes los elegirán. Buscaron “tomarse” al elector, apropiarse de él, pero de la forma más grotesca y vil. Los psicólogos y teóricos de la comunicación les dijeron lo que el pueblo quería oír. Eso hicieron en una permanente actuación de farsa, fingimiento, cinismo e ignorancia.

Fue una huida de lo real a lo ridículo de “escaperos”. No se atrevieron a señalar lo que en realidad tenemos y que hay que realizar en un país quebrado por obra del correísmo, pandemia y rateros de hospitales. Pero sí tuvo su utilidad. Evidenció que estas elecciones no son sino un proceso-producto fino, astuto, perverso, maquiavélico y baratillo de tonterías y demagogia, de las empresas electoreras y los marqueteros, pues ellos son los que están detrás de lo que dicen, callan y esconden esos personajes de opereta por los cuales tendrá que votar el Ecuador.