Veinte años de popularidad

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'Deben “bajarse” la dolarización porque necesitan gastar demagógicamente y la dolarización no se los permite’.

Han pasado veinte años desde que se decidiera instrumentar la dolarización en el país. En este aniversario han sonado voces cuestionándola. Para desprestigiarla buscan asociar la dolarización con el feriado bancario. Se rasgan las vestiduras diciendo que la dolarización nos restó soberanía al despojarnos de una moneda propia. Parece que Alemania, Francia, Bélgica, Italia y oros 15 países europeos que comparten una moneda no son soberanos. Achacan a la dolarización el estancamiento económico, bajo el argumento de que “no hay circulante”. La dolarización por sí misma ni crea ni destruye liquidez. 

Se podría llenar la columna con medidas adecuadas para crear valor económico, empleo, estabilidad y crecimiento, pero las resumo así: se crece produciendo eficientemente, integrándose al mundo, siendo responsables en el gasto público, ahorrando para ciclos adversos y reprimiendo la corrupción. 

Pero la verdadera razón por la cual algunos políticos hablan con la lengua de otros, es que la dolarización les quitó poder; el poder para emitir dinero demagógicamente y meternos en ambientes descontrolados de inflación populista. Ellos saben que para lograr ese 35 % de popularidad necesaria para eternizarse en el poder necesitan un gasto público paternalista, y la dolarización no se los permite, salvo que se endeuden en el exterior, y eso tiene un límite. Tienen que “bajarse la dolarización”, y para eso se opondrán a que el Estado focalice el subsidio a los combustibles, cuestionarán cualquier política de austeridad y torpedearán cualquier reforma laboral que busque generar más empleo. 

Para esto actuarán de la misma manera como lo hacen los iraníes en Medio Oriente, con la mano y la boca de otro. Para armar bronca, buscarán usar a los dirigentes indígenas. Por los temas laborales buscarán a los dirigentes laborales, y claro, para argumentar lo técnicamente impresentable siempre habrá algún voluntario con ganas de congraciarse.

Veinte años después, la dolarización les gana cualquier elección, y no se atrevan a ir a las urnas contra ella, porque les gana aunque se les caiga el sistema.