Premium

Un italiano que amó al país

Avatar del Nelly de Jaramillo

"Adiós querido amigo. Te recordaremos siempre con el cariño y respeto que mereces"

Paolo, o Pablo Marangoni, como más se lo conocía en esta ciudad a la que verdaderamente amó y sirvió casi toda su vida, falleció el 22 de junio. Nacido en Trieste en septiembre de 1924 y graduado de médico cirujano en la universidad de Pavia, poco después de finalizada la II Guerra Mundial, llegó a Guayaquil a hacerse cargo de la fábrica de pinturas establecida por su padre y que luego se llamó Sherwin Williams- Ecuador. Dada su naturaleza jovial y comunicativa, pues era dueño de un cordial y agudo sentido del humor, carente de malicia, se adaptó muy pronto al espíritu porteño franco y abierto. Casó con Rosita Bertini, encantadora guayaquileña que por desgracia murió cuando empezaba apenas su edad madura y con quien tuvo a sus hijos Alejandro y Larissa, ella también columnista de este diario, y su permanente y firme colaboradora en su obra comunitaria.

Una de las preocupaciones que motivaron su acción social en la salud y que se convirtió en eje de sus campañas, conferencias y reuniones de expertos que convocó y organizó con devoción y fe indeclinables, fue la necesidad del control familiar frente al problema del desmedido crecimiento poblacional por el excesivo número de hijos, hecho habitual en las clases populares, también de limitados recursos económicos, lo que complica gravemente la vida, educación y perspectivas a futuro de los menores criados en esas condiciones. Ello, unido a su propósito de relievar el papel de la mujer en la sociedad familiar y en la vida cotidiana, lo llevó a fundar la Asociación Probienestar de la Familia Ecuatoriana /Aprofe), entidad módulo en la que trabajó incansablemente, contando con el apoyo fundamental de su hija Larissa, quien habrá tenido que resignar su vocación y actividad plástica, para la que estuvo tan bien dotada, a fin de ser como es la directora de más de diez centros de Aprofe replicados en Quito, Cuenca y en Guayaquil, con mayor responsabilidad ahora tras la muerte de su padre. Y es que estos centros son entidades modelo de gestión solidaria, casi filantrópica, por las tarifas bajas de sus servicios de consultas médicas que también proporcionan, además de asesoría en planificación familiar. Adiós querido amigo. Te recordaremos siempre con el cariño y respeto que mereces.