Columnas

Guayaquil vive

"Hemos llegado al mes de nuestra fundación, que en realidad será una refundación, como tantas veces en la historia Guayaquil ha experimentado"

A la fecha no se sabe si son, más o menos, diez mil personas las que fallecieron a causa de COVID-19 en Guayaquil. Pero el dolor gira alrededor de esa cifra, suficiente, demasiado. El vacío que deja cada uno de los que la pandemia nos arranchó será irremplazable. Con esa ausencia viviremos para siempre.

Todo ese asalto mortal que vivimos fue profundamente doloroso. Nadie sabía qué hacer, ni aquí ni en el mundo. La ciudad tuvo que adivinar, intuir y así se fueron tomando decisiones. Decisiones que fueron criticadas -por cierto-, población desesperada que fue objeto de burlas e insultos. Fue inmisericorde toda crítica y más hondo el dolor que sentimos sin despedirnos, sin velar el cuerpo de nuestra gente y no quiero pensar en el dolor que sienten aquellos a quienes aún no les entregan el cadáver de sus familiares. Lo recuerdo y nunca se sabrá cómo hemos podido resistir.

Hoy la Perla del Pacífico, según varia prensa internacional, es referencia del manejo de políticas públicas para controlar, con mejor impacto, el contagio. ¿Qué hizo Guayaquil? Mapeamos la ciudad para aplicar, de acuerdo a las circunstancias geográficas, un tipo de medidas. Repartimos comida y medicina en cada barrio, nos unimos como sociedad civil, nos movimos, asustados, pero en movimiento permanente en zonas con mayor necesidad. Abrimos el pecho a la incertidumbre, nos autorregulamos, nos cuidamos, nos llamamos la atención cuando fue (o es) necesario, nos saludamos con alegría en la mirada porque estamos vivos.

Hemos llegado al mes de nuestra fundación, que en realidad será una refundación, como tantas veces en la historia Guayaquil ha experimentado. Esa capacidad de autonacer y autocrecer es la naturaleza de nuestra madera.

Guayaquil se ha puesto de pie. Nada está garantizado, lo sabemos, pero la ciudad está erguida y con los abrazos tan abiertos que nuestras manos, también abiertas, llegan a Quito con nuestros médicos e insumos para ayudar a nuestros hermanos.

¡Guayaquil vive! ¡Que viva Guayaquil, carajo!