Columnas

House of cards criollo

La política parlamentaria es, al menos en teoría, el arte de lograr consensos entre bancadas de diferentes ideologías con el objeto de legislar y fiscalizar en beneficio del país

Esta última semana, como suele ser usual en la Asamblea Nacional, hemos podido observar malabarismos políticos al más puro estilo de un House of cards criollo. En menos de 48 horas se pasó de una insólita alianza entre los partidos CREO, PSC y la correísta UNES a la no menos imprevista alianza conformada por Pachakutik, ID, CREO e Independientes. Maniobras que hasta al mismo Frank Underwood le hubieran resultado sorprendentes, por decir lo menos.

La política parlamentaria es, al menos en teoría, el arte de lograr consensos entre bancadas de diferentes ideologías con el objeto de legislar y fiscalizar en beneficio del país. Por consiguiente, resulta absolutamente legítimo que el Ejecutivo aspire a que se elijan dignidades legislativas medianamente razonables, pues es muy difícil tener que cogobernar con fanáticos o chantajistas. Desde ese punto de vista, resultaba lícita una alianza política que proponga como presidente de la Asamblea a una persona seria y capaz como Henry Kronfle Khozaya, en tanto y en cuanto los acuerdos sean cristalinos y procedentes.

El pequeño gran detalle radicaba en que la alianza política incluía a la Némesis del novel gobierno: el correísmo, a través del partido UNES. Y aquello levantaba demasiadas sospechas sobre la posibilidad de inconfesables intenciones ‘non sanctas’ escondidas dentro del acuerdo. El presidente electo Guillermo Lasso Mendoza se encontraba entonces en el dilema de tener que escoger entre lo que llaman “gobernabilidad” plegando a una alianza con el correísmo para elegir a su aliado Henry Kronfle, o seguir sus instintos, que seguramente le aconsejaban abandonar dicha alianza.

En mi opinión, el presidente electo Lasso hizo bien en decidirse a abandonar una alianza donde se encontraba la UNES. Nunca sabremos realmente cuál hubiera sido la consecuencia si él hubiera sucumbido ante la tentación de seguir el camino del supuesto “pragmatismo político”. Me temo que una alianza con el correísmo, aun para elegir a un aliado, hubiera sido un grave error que lo hubiera perseguido al presidente electo de por vida, generándole a él, y nadie más que a él, una onerosa cuenta por pagar a su capital político. Confío en que el liderazgo socialcristiano entienda pronto que un pacto con el correísmo resultaba una rueda de molino imposible de tragar para el presidente electo Lasso, para que más temprano que tarde puedan alinear visiones y objetivos nuevamente.

Habiendo visto este nuevo capítulo del House of cards criollo, he vuelto a recordar a los primer ministros ingleses Winston Churchill y a Neville Chamberlain. Chamberlain, antecesor de Churchill, optó ingenuamente por no confrontar a Hitler y pactar con él, para luego ser traicionado por el Führer. A ‘contrario sensu’, su sucesor Winston Churchill siempre tuvo claro que debía enfrentar a Hitler a cualquier costo, pues era preferible morir de pie que igualmente morir, pero de rodillas.

Se dice que tras oír el lamentable discurso que anunciaría la “paz para nuestros tiempos” -epítome de la política de sumisión de Chamberlain- Churchill sentenciaría: “Se te ofreció poder elegir entre la deshonra y la guerra y elegiste la deshonra, y también tendrás la guerra”.

¡Hasta la próxima!