Columnas

Tiro al blanco

Una recomendación a quienes buscan destronar a Sanders: no critiquen lo radical de su discurso; aunque les duela, es justo por eso que está a la delantera.

Todos contra uno. Bueno, contra dos. Es el resumen del Debate Demócrata. El último previo al “Super Tuesday”. El martes 3 de marzo será el día que el mayor número de estados voten simultáneamente, cristalizándose quién tendrá el honor de competir por la Casa Blanca. Fueron dos blancos, mientras el resto buscaba ganar puntos con la audiencia al ser vistos con el arco. Blanco 1: Michael Bloomberg. Exalcalde de NY y el 9no hombre más rico del mundo. Con esa hoja de vida, ¿qué hace compitiendo en el partido “progresista” de EE. UU.? Eso preguntaron sus compañeros. Jamás confiaremos en ti. Lobo disfrazado de cordero.

Las críticas principales: comentarios sexistas e inapropiados a extrabajadoras, políticas racistas durante su administración y pretender comprar el poder con su fortuna. Los golpes que hace cuatro años recibía Trump por miembros de su partido, fueron reciclados. Golpes que lo hicieron crecer. ¿Será ese el caso de Bloomberg? Difícil. Los “insultos” se mantienen pero el público cambia. Lo que para el elector republicano es un halago, para el demócrata lo contrario. Además, elegir a una figura exacta a la que buscan combatir, no sería lo más inteligente. Del otro lado del ‘ring’ estaba Bernie Sanders. 

Lo abordaron con lo contrario: ser radical y socialista. Llamó mi atención la crítica a sus declaraciones sobre Cuba. En una entrevista anterior criticó la dictadura en Cuba, pero acto seguido: “Cuando Castro asumió, impuso un gran programa de alfabetización. 

¿Está mal eso, incluso si lo hace Fidel Castro?”. Sanders, el defensor del socialismo cubano. Ya analistas políticos afirmaron que si Sanders es elegido como el candidato, el partido demócrata puede olvidarse de Florida. Defender a Castro en la Pequeña Habana es un suicido electoral. Puede ser. Pero lo mismo decían de Trump: “con esto que dijo ahora sí se despide del voto tal”. Sanders -aunque parezca irónico- apela a los jóvenes. Los de tercera generación cubana, que no sabemos si votan como sus abuelos y padres. 

Una recomendación a quienes buscan destronar a Sanders: no critiquen lo radical de su discurso; aunque les duela, es justo por eso que está a la delantera.