Noviembre 3

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Ahí sí, no queda más que prepararnos, el 2020 no habrá acabado con nosotros.

Sin la pandemia, este artículo se hubiera llamado: Trump 2024. El mal manejo de la COVID de la Casa Blanca confirmó a Joe Biden como “única opción” para -hasta hoy- más de la mitad de la población estadounidense. Biden empezó proyectándose como candidato de los relegados del discurso de Trump: las minorías. Pero a diferencia de Hillary Clinton 2016, no se mostró radical. Al finalizar la campaña empezó a moderar su discurso al proyectarse como un patriota: él sabe lo que EE. UU. “siempre ha sido” y a eso -con ciertas mejoras- tienen que volver. Es el mensaje de la campaña donde reside su éxito. ¿Se lo creen? Sí. Su edad y recorrido en política lo alejan simbólicamente del radicalismo progresista que busca destruir las estructuras en su país. Blanco, cristiano. Es el “statu quo”. No da miedo votar por él. Y esto fue esencial. Era difícil que grupos minoritarios-activistas se desencantaran; no había mucho que perder y bastante que ganar: el voto indeciso, moderado, incluso cristiano-conservador. Trump tiene una base inamovible. Pero su simbolismo es tan marcado, que resulta limitante. Trump no hubiera sido él si regresaba humilde tras su hospitalización. Él tiene que estar por encima. Refuerza sus bases y a quienes en secreto admiran esta cualidad en su personalidad. Pero no logra crecer mucho más. Su imagen, a diferencia de Biden, no cuenta con oportunidad de expansión. ¿Cuál de las dos fuerzas se impone? En los swing states que definirán la elección, si confiamos en las encuestas: Biden. ¿Gana? Lo mismo dijeron de Clinton. Aquí un dato interesante: en el caso de Clinton un día estaba arriba, otro abajo. En la actualidad, la ventaja de Joe ha sido sostenida durante meses. En ciertos estados (los de mayor votos electorales) sobrepasa los 7 puntos, en otros menos de 1. Debería ganar. Pero ante esto dos escenarios son posibles: (i) Trump retoma ventaja. Sus seguidores acuden a votar de forma masiva el último día, al comprobar que pueden perder las elecciones. (ii) La diferencia entre ambos candidatos resulte muy baja. Oiremos la palabra fraude. Ahí sí, no queda más que prepararnos, el 2020 no habrá acabado con nosotros.