Nuestro río tutelar

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'El Amazonas nos conduce con los abiertos ojos de la imaginación a todo el territorio selvático que invade varios países sudamericanos’.

Hablar del Nilo es referirse a Egipto. Al pronunciar las dos sílabas del Sena pensamos siempre en París, que en el siglo antepasado que fue designada para consumo de todo el mundo como la Ciudad Luz. Por supuesto que el Amazonas, la corriente fluvial más caudalosa de la tierra, descubierto en una expedición que partió de la entonces Real Audiencia de Quito bajo el comando del fundador de Guayaquil, Francisco de Orellana, nos conduce con los abiertos ojos de la imaginación a todo ese territorio selvático que invade varios países sudamericanos. Y así como el Támesis identifica a Londres y el Río de la Plata a Buenos Aires, en nuestro país, sede de tantas corrientes fluviales entre los ríos de costa y de montaña, el Guayas, del que el gran poeta quiteño Jorge Carrera Andrade dijo en uno de sus poemas que estaba “cargado de horizontes”, es el río tutelar de nuestra ciudad, a la que la conocemos también como la Perla del Pacífico.

Durante tantos años, transcurridos o devengados por el implacable paso de la historia, fue el Guayas un importante medio de comunicación que servía para unir el Puerto Principal con otras poblaciones de dos provincias costaneras. Y los ya desaparecidos vapores, con hamacas y en cuyo trayecto los viajeros también se dedicaban no solo a dormir sino también a jugar cartas mientras se alegraban con uno que otro trago de cerveza o ron, eran numerosos y de diaria navegación fluvial. Recordamos, además, que siendo el ferrocarril el principal o único medio de locomoción entre la capital y el Puerto Principal, estando ubicada la estación terminal en Durán, cuando hacíamos el viaje de ida o regreso a la Sierra teníamos por fuerza que cruzar el río en un motovelero. Pero el progreso vial, con tantas carreteras, le quitó al río ese destino transportador. Y ahora ya no lo cruzan lanchas, balandras, balsas o canoas sino largos puentes que se han multiplicado con una transportación que agrandará el servicio locomotor gracias a la aerovía que se inaugurará el próximo mes de julio.

Lamentamos que el río tutelar que convirtió a Guayaquil en un importante puerto fluvial sea ahora innavegable para barcos desde cierto calado por el avance de la agresiva sedimentación y la falta de un dragado, ofrecido desde hace tantas décadas.