Columnas

Niños “camellando”

Un sector de ciudadanos está trabajando para rescatar a los niños “camelladores”, aunque la lucha parece dura e interminable...

La noticia nos llega desde la capital de la República pero no se trata precisamente de una excepción sino más bien de una generalidad, porque el problema social no es solamente propio de los quitemos; lo estamos palpando en todos los sectores del país por culpa de la miseria que trae consigo una problemática que se multiplica, lo mismo en la sierra, que en la costa y en la región oriental.

El tema, que parece insuperable a pesar de los esfuerzos que se hagan para evitarlo y superarlo, es el del trabajo de los infantes, es decir de esa suerte de infortunada precocidad negativa que obliga a los niños a cumplir tareas que son propias de adultos. Al parecer, ha llegado a tomar un mayor impulso por la pandemia de COVID-19 que, por lo visto, nos afecta a todos por igual. Las necesidades familiares que se multiplican, con una tasa de desempleo imparable que ya supera más de un millón de desocupados, y que obliga, en las familias que cada vez se empobrecen más, a que todos sus integrantes (mayores, menores, mujeres y ancianos) tengan que aportar con su esfuerzo diario para llevar el pan a la mesa, cada día más desprovista de alimentos.

Las millonarias pérdidas que ha producido la reducción de actividades productivas, disminuye las posibilidades de ir ganando el sustento cotidiano y así, los menores que antes también salían a la calles a vender o a mendigar ahora se han multiplicado.

Es más que lamentable admitir que a esa edad que consideramos “dorada”, por todo lo que tiene de mágica al ir descubriendo poco a poco la realidad del mundo, incluso con la presencia de supuestos seres prodigiosos como las hadas y los príncipes azules, al niño que debe estudiar y soñar se lo convierta de pronto en un elemento de trabajo, con el peligro adicional de que sea víctima de depravados y maliciosos sujetos que abusan de quien sale a buscar algo a la vía pública, con la amenaza, además, de que estos menores, ante la pobreza y desesperanza, sigan después el camino de la delincuencia.

Un sector de ciudadanos está trabajando para rescatar a los niños “camelladores”, aunque la lucha parece dura e interminable porque el número de menores que salen a conseguir dinero para completar el presupuesto de sus miserables familias aumenta a diario.