Complejo de grupo económico

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Hay que abandonar complejos y decir las cosas de frente.

Varias veces he insistido (desde la columna del 3 de abril) en que un mecanismo viable para dar oxígeno a las empresas y evitar el desempleo es el propuesto, con carta del 29 de marzo, por la superintendenta de Bancos al ministro de Finanzas: que se “reformule” financiamientos en curso al sector público, provenientes del Banco Mundial, BID y CAF, para crear un fondo que se dedique a comprar a los bancos préstamos nuevos otorgados a empresas afectadas por el COVID-19.

Pues parece que el asunto va tomando forma. Enhorabuena.

La propia doctora Arregui ha enviado ya al Ministerio de Finanzas el borrador de lo que sería el reglamento operativo. Ahí queda claro que se compraría a los bancos cartera de préstamos otorgados para financiar exclusivamente actividades propias del giro del negocio de empresas con actividades en el país (incluyendo micro, pequeñas y medianas, sin excluir grandes), de modo que quedarían fuera del programa aquellos préstamos (nuevos) destinados a adquirir activos fijos o hacer aportes de capital, así como a pagar obligaciones que ya hubieran estado vencidas el 29 de febrero de 2020, o sea antes de la crisis (art. 7). Luce muy bien.

Pero como todo es perfectible, meto cuchara con un aporte: no es muy apropiado que digamos excluir del programa a las empresas “que formen parte de grupos económicos nacionales o extranjeros” (art. 14, d), como si eso fuese mala palabra.

Primero, porque todas las definiciones existentes sobre los tales “grupos” implican que estos existen por el mero hecho de que una persona natural controle más de una empresa, sin ninguna relación con su tamaño: bien pueden ser -ambas- micro o pequeñas (por ejemplo, una zapatería y una sastrería). Y segundo, y más importante, porque es falso el prejuicio, muy arraigado desde el correísmo, de que “grupo económico” es sinónimo de mafia o cosas de similar ralea.

Propongo entonces salir por los fueros de los grupos económicos (de cualquier tamaño), muy golpeados en esta crisis, y decir que es inaceptable excluirlos. Hay que abandonar complejos y decir las cosas de frente.