Columnas

Abandonados

Estoy convencida, al igual que mi amiga Silvia Buendía, de que si nos preocupáramos más de la cultura y el deporte, tendríamos más medallas olímpicas y menos crisis carcelarias

Erika Chávez, una exatleta olímpica con más de 100 medallas en campeonatos nacionales e internacionales, dijo: “yo creo que, si pudiera elegir nuevamente entre ser atleta o haber estudiado y tener un trabajo, hubiese elegido el otro camino”. Su respuesta desnuda una realidad que duele y que nos hizo agridulce el triunfo de Richard Carapaz. Los atletas no tienen apoyo del Estado y nunca lo han tenido. La realidad es que los organismos encargados de fomentar el deporte han sido un nido de corrupción. Tenemos a un exministro del Deporte sentenciado y a una actual asambleísta cuestionada por su pobre gestión a cargo de la federación deportiva más grande del país. Pero la herida es aún más profunda, porque los deportistas no son los únicos abandonados por el Estado. Los artistas, escritores, actores, músicos, dramaturgos, cineastas, siempre han sido postergados. Es paradójico porque, cuando los políticos quieren llegar a los cargos públicos, los buscan para promocionarse, ganar seguidores, volverse mediáticos. Y, una vez que llegan al poder, los olvidan. No existen políticas públicas ni una estructura que garantice ningún tipo de seguridad para ellas y ellos, que también aman a su tierra. Tenemos un Ministerio de Cultura que no se ha preocupado por el sector luego de la pandemia. Imaginen cuántos artistas perdieron todos sus ingresos durante estos 16 meses… porque de conciertos y obras por Zoom no se vive. Y ni hablemos de todos quienes están tras bastidores. ¿Cuánto ganaríamos si se le diera más importancia al arte y la cultura? Ecuador no es referente de nada en el mapa artístico y, si algún ecuatoriano ha destacado, ha sido porque ha salido del país por sus propios medios para prepararse y conseguir apoyo privado internacional. Tal y como le pasó a Carapaz. La reactivación no ha llegado a nuestros artistas y temo que no hay un plan sólido -ni municipal ni gubernamental- para ellas y ellos. Eso desmotiva a todo el enorme talento que existe aquí. Estoy convencida, al igual que mi amiga Silvia Buendía, de que si nos preocupáramos más de la cultura y el deporte, tendríamos más medallas olímpicas y menos crisis carcelarias.