Premium

Aprendamos del deporte

Avatar del Byron López

Quienes fungen ser políticos deberían seguir los ejemplos de los atletas si aspiran llegar a dignidades, especialmente de elección popular...’.

Una vez más ratificamos que el deporte es una de las pocas actividades humanas en las que la práctica de una disciplina, cualquiera que sea, constituye una filosofía de vida que permite que el atleta asuma responsabilidad, comprenda que no puede llegar a sitiales de primer orden si no se encuentra técnica y psíquicamente apto, de lo cual dan fe sus entrenadores. Que para representar a su país en otras latitudes no puede hacer fisga de reglamentos, de la práctica leal, honesta y caballerosa ante quienes no son sus enemigos, sino simplemente sus adversarios. Y que una vez concluida la lid se abrazan en señal de confraternidad y solidaridad para quien lo venció en la práctica de ese deporte.

Mueve montañas el deporte. Pone de pie a multitudes y a pueblos enteros que ven en sus atletas su valía y pundonor.

No todo es improvisación e irresponsabilidad en nuestra sociedad. Quienes fungen ser políticos deberían seguir los ejemplos de los atletas si aspiran llegar a dignidades, especialmente de elección popular, pues es escandaloso ver cómo muchos autocandidatos surgen de la noche a la mañana por arte de magia, sin antecedentes positivos de naturaleza alguna. Con promesas electorales, todas iguales, copiadas unas de otras, mediante las que ofrecen el oro y el moro, o repitiendo siempre yo te ofrezco, busca quien te dé … Esto obedece a una situación que se repite, pero que nadie quiere entender. Y es que no tenemos una robusta organización política, con verdaderos partidos o movimientos de masas, que sean los que en elecciones primarias realmente escojan a sus representantes para conformar listas que permitan colocar a verdaderos hombres o mujeres capaces, honestos, con experiencia en el manejo de asuntos públicos, vitales para ejercer una representación popular. Sin desmerecer ciertas actividades muy significativas, no es menos cierto que no son suficientes y convenientes para recibir el apoyo popular. Por ejemplo, no por ser un buen presentador de televisión o buen manejador de redes sociales se está en capacidad de pedir el voto. La culpa no es de ellos, sino de quienes los elegimos. Ojalá se escuchen estas frases y podamos contar con verdaderos candidatos en el proceso electoral de febrero próximo.