Columnas

Los políticos deben saber y conocer

Por estas razones, los políticos deben apoyar a la empresa privada honesta, en lugar de crear Estados obesos y enormemente burocratizados, que solo detienen el desarrollo de las sociedades.

Empiezan a moverse las frutas… El mismo cuento de siempre. Mas, las condiciones actuales de nuestro país son sumamente graves, ya en lo fiscal, como en lo económico, financiero, político y social.

La pandemia que nos azota hará que quienes aspiren llegar al poder o a la Asamblea no se llenen la boca con ofrecimientos y con promesas descomunales, como nos tienen acostumbrados: ¡que construirán un millón de casas en cuatro años, que construirán un ferrocarril playero, que elevarán los sueldos a todos los empleados! Y mil y mil cosas más, producto del exceso de verborrea, tan propio de los populistas y de los “engaña bobos”.

Ahora el pueblo ya no va a creerles. Por el contrario, los ecuatorianos estamos en la obligación de decirles a pulmón lleno que el Estado no es de los políticos. Que el Estado es de la gente. Que los políticos son simplemente empleados de la colectividad a la que se deben.

Hacerles entender que el Estado no crea riqueza, sino que la redistribuye. Que son los empresarios, los emprendedores grandes, chicos o medianos los que crean riqueza. Debemos recordarles que son los soñadores, los innovadores los que saben y conocen que el progreso lo forjan ellos con su propio esfuerzo, sin esperar dádivas, ni recompensas, ni bonos, ni subsidios que lo único que hacen es atentar contra su dignidad, para convertirlos en mendicantes que esperan migajas del poder, y de esta manera detener sus ansias para llegar lejos con sus propios esfuerzos.

Por estas razones, los políticos deben apoyar a la empresa privada honesta, en lugar de crear Estados obesos y enormemente burocratizados, que solo detienen el desarrollo de las sociedades.

Por eso hay que construir en nuestro país un gran frente nacional integrado por todos los sectores ciudadanos que planteen propuestas coherentes a los candidatos que respondan al interés de la colectividad y no solamente a las aspiraciones egoístas de sus minúsculos partidos o movimientos que a nadie representan.