Columnas

Explorar alternativas

De la otra alternativa conversaremos en nota posterior, en el afán de acabar con un círculo vicioso que no tiene salida

Cuando las cifras del Presupuesto Nacional del Estado, en lo relacionado a la educación, nos engaña, porque al decir de la señora ministra lo entregado al año anterior, por la crisis, no corresponde a lo estipulado. Cuando de doce mil establecimientos educativos públicos diez mil necesitan reparaciones y reinversiones urgentes. Cuando el 50 % de esos mismos establecimientos no poseen conectividad para facilitar la teleeducación. Cuando nadie se ha preocupado por los locales escolares ya que al ser del Estado se asume que no son de nadie, es tiempo de preguntarse ¿por qué no explorar otras alternativas?.

Es claro que el modelo ecuatoriano de educación pública, centralista y concentrador, en el que el Estado es el único que instruye, hace, construye, mantiene, contrata empleomanía, capacita, etc., no da más; hace ya aguas por todos lados, se vuelve imprescindible y urgente que alcemos los ojos hacia otras latitudes, a fin de ver cómo otras naciones han enfrentado el mismo problema.

Modelos como el español, el chileno y el norteamericano, sostenidos por partidos políticos de todas las tendencias ideológicas en esos países, nos dan pautas para pensar que sí se puede generar y construir instancias diferentes capaces de garantizar el derecho a la educación de los niños y jóvenes, a hacer más llevadera la carga, y a alcanzar la eficacia y calidad ahora tan ausentes de nuestras aulas fiscales, dejando claro que la gratuidad se mantiene, pues el Estado siempre seguirá proveyendo la fuente económica.

Habría que pensar como otra alternativa, la posibilidad de municipalizar la administración educativa, de tal suerte que los centros de mando y organización más cercanos de las trincheras, en la que se realiza la acción, puedan responder más rápida, oportuna y eficientemente ante las necesidades de los planteles educativos, aunque ciertamente esta sería una solución no tan distinta al modelo actual, sí menos ampulosa, aunque guardando en el fondo el mismo esquema.

De la otra alternativa conversaremos en nota posterior, en el afán de acabar con un círculo vicioso que no tiene salida.