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Música Disco: ¿quién habló de frivolidad?

Más allá de su legado como forma de arte, este género musical ha jugado un rol importante, aunque infravalorado, en la lucha por los derechos de las minorías.

Ilustración música disco
Reconocer los orígenes de la música disco permite entenderla en profundidad.Instagram.

La música disco, con su exuberancia y riqueza en arreglos, ha capturado a una nueva generación de oyentes y artistas, hartos quizás del minimalismo propio del trap y el hiphop que dominan el mainstream actualmente.

Ironías de la vida, este género ha calado en el imaginario popular por toda su parafernalia extramusical: la ropa extravagante, el maquillaje insinuante, los cuerpos atléticos. Al fin y al cabo, por su glamour.

Sin embargo, mucho antes de que la industria la endulzara y enlatara para comercializarla entre las masas, la música disco surgió como un estilo marginal, gracias a la confluencia de las comunidades de homosexuales, afroamericanos e inmigrantes latinos e italianos en el Nueva York de los setenta del siglo pasado.

A pesar de sus diferencias, todos ellos tenían un denominador común: se sentían despreciados. Y todos ellos encontraron un lugar donde eran aceptados y podían expresarse sin reparos: la pista de baile, que se convirtió en el refugio de una masa multirracial y multisexual, que afirmó su identidad y vínculos a punta de sacudir el cuerpo.

Acercarnos a su historia es una forma de reivindicar su importancia.

  • LA GRAN MANZANA... PODRIDA

El escenario que vio nacer esta cultura fue la decadente Nueva York post utopía hippie, azotada por crisis económicas, huelgas de maestros y de recolectores de basura, pandillas callejeras armadas, policía corrupta y otras plagas que bien recuerdan la situación actual de gran parte de las ciudades latinoamericanas.

Y mientras la metrópoli entera se caía a pedazos, en la noche neoyorquina los rechazados de la sociedad, los latinos de segunda generación, los afroamericanos, los gais y todo aquel que se considerara fuera de lugar encontraban en la danza una forma de consuelo. Todo ello, bajo el influjo de una música construida a retazos por DJ's que empezaron a experimentar mezclando álbumes de soul y funk, con la finalidad de extender el éxtasis del baile el mayor tiempo posible.

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Peter Shapiro, en su ensayo 'La historia secreta del disco', plantea la hipótesis de que después de un evento traumático, como una gran crisis económica o una guerra, la música popular americana siempre ha vuelto al cuerpo, dándole la espalda al lenguaje.

Y el disco precisamente lo que proponía era entregarse a los placeres de los sentidos.

De cierta forma, durante los setenta, en las discotecas se materializó gran parte del espíritu de comunión pregonado durante la década anterior. Como le dijo alguna vez el DJ del club Le Jardin, Steve D’Acquisto, al New York Post al referirse al ambiente en el local: “es como un pequeño Woodstock, todas las razas y credos haciéndose uno”.

  • LLUVIA DE MONEDAS

Aunque los gais de Nueva York tenían años reuniéndose en sórdidos clubes nocturnos a bailar hasta el amanecer, se considera que el incidente en el bar Stonewall Inn del 27 de junio de 1969 fue decisivo para ‘oficializar’ al disco como banda sonora de su reivindicación. Esa noche, seis policías, un detective y un subinspector allanaron el local frecuentado por ‘drag queens’ y estudiantes y, apelando a las leyes vigentes entonces, decidieron dar por terminada la algarabía.

Afuera del bar, la escena fue inicialmente festiva, con la mayoría de los desalojados bailarines esperando a sus amigos que aún se encontraban dentro, mientras gritaban arengas contra la policía. 

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Cuando uno de los agentes se puso pesado con un travesti, en lugar de responder con la sumisión de veces anteriores, la multitud decidió lanzar contra los uniformados monedas de un centavo. Estas luego se convirtieron en piedras y botellas, lo que generó una cascada de disturbios que pudieron ser controlados recién a las cuatro de la madrugada, con un saldo de cuatro policías heridos y trece detenidos.

Como lo reportó el periódico Daily News, “el poder ‘queen’ explotó con toda la furia de una bomba atómica”.

La noche siguiente hubo nuevos desórdenes, a los que se unieron miles de participantes. Y se replicó en las semanas y meses posteriores por todo Nueva York y se extendió a otras urbes de EE. UU. De manera que, así como el soul acompañó la lucha por los derechos civiles, la naciente música disco (que ni siquiera era conocida aún con ese nombre) se convirtió en el estandarte de una población homosexual cansada ya de años de exclusión, abuso y ostracismo.

Como diría el mismo Shapiro, “la cultura disco se volvió la herramienta más efectiva en la lucha por la liberación gay. El disco no necesitaba machacar la cabeza de nadie con eslóganes o aburrir hasta la sumisión con misivas fervorosas; su ‘mensaje’ era su mismo principio de placer”.

  • UN MONSTRUO QUE SE TRAGÓ A SÍ MISMO

A pesar de que nació como un estilo subterráneo, el disco no tenía la estridencia del heavy metal ni la violencia del noise. Todo lo contrario. Sus arreglos orquestales de cuerdas, sus bajos sincopados y sus voces etéreas la hacían una música accesible y pegajosa que caló en un público ávido de la siguiente ‘gran moda’.

Tras la creciente popularidad de discotecas como Le Jardin, The Gallery e Infinity, se abrieron muchísimas más, tratando de captar el mercado de bailarines nocturnos que iba en aumento, al punto de que en 1975 había cerca de 500 discotecas solo en la ciudad de Nueva York y unas 10.000 en todo el país.

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A medida que más personas ‘normales’ (es decir, gente blanca y heterosexual) invadían las pistas de baile, la esencia se iba desvirtuando. Conforme la música disco empezaba a crecer y a ser tomada en cuenta por los magnates de los grandes sellos discográficos, se iba tornando cada vez más desconocida para sus devotos originales, que empezaron a refugiarse en otros géneros emergentes que con el tiempo se consolidarían, como el dance, el house y el tecno, hijos del disco.

  • SENSIBILIDAD ITALOAMERICANA

En la archiconocida 'Fiebre de sábado por la noche', hay un mensaje implícito que suele pasar desapercibido y que representa la esencia del disco mucho mejor que los pasos de baile y la música de los Bee Gees. Su protagonista, Tony Manero, es parte de la comunidad italoamericana, caracterizada por ser bastante excluyente. Sin embargo, Tony decide romper la cadena de odio y liberarse de prejuicios.

En la escena luego del concurso de baile, a pesar de haber ganado el premio por el que tanto se esforzó, Manero siente que se ha cometido una injusticia y que la pareja puertorriqueña merecía llevarse el trofeo. “Todo el mundo pasa por encima de todo el mundo. Nadie puede hacer las cosas correctamente”, le dice a Stephanie, su pareja. Y es justamente contra todo eso que él quiere rebelarse.

No olvidemos, además, que muchos de los DJ más importantes de la escena disco neoyorquina fueron de ascendencia italiana, como David Mancuso, Nicky Siano, Michael Capello, Bobby DJ Guttadero, Francis Grasso, quienes marcaron en gran medida la sensibilidad del género y el tipo de experimentos sonoros que se llevaban a cabo en las discotecas.