Ocio

Don Bolo: “Poca gente está haciendo buena música a nivel mundial”

En un medio saturado de propuestas repetitivas, la banda del bajista Emilio Montenegro es una bocanada de aire fresco.

Agrupación Don Bolo
El quinteto está compuesto por Emilio Montenegro, José Hernández (batería), Daniel Gachet (guitarra), Pedro Naranjo (saxo barítono) y Luis Sigüenza (saxo alto).Cortesía

La vida y la evolución son sinónimos de diversidad. Por eso resulta frustrante que en los ecosistemas musicales, las bandas y solistas se esfuercen por calzar en moldes preestablecidos, en lugar de dar rienda suelta a toda su singularidad.

Por suerte para los melómanos, todavía hay espíritus libres como Don Bolo, agrupación quiteña que busca sacudir los cuerpos y las mentes, y que el sábado pasado presentó en Guayaquil su criminal punk jazz, término que en realidad se queda corto para explicar lo heterogéneo de su propuesta.

Su bajista, el guayaquileño Emilio Montenegro, responde con su lucidez e ironía características las preguntas de EXPRESIONES.

  • “AHORA CASI TODO ES NOVELERÍA, CUENTO Y HUMO”

Uno de los aspectos más sugestivos de Don Bolo es que su música cuestiona al oyente.

No hay intención de hacer música difícil. Lo que sí hay es una intención de proponer algo diferente. Es una época en la que se habla tanto de diversidad y pluriculturalidad, pero casi todo termina sonando igual. El arte siempre se define por las tendencias y creo que eso hace que mucha gente se ponga a hacer lo mismo solo para ser parte de la tendencia. Pero ese no es el ‘trip’ en Don Bolo, sino ser honestos con la música.

Emilio, usted es guayaquileño pero vive en Quito. Es inevitable preguntarle sobre las diferencias entre la escena guayaca y la capitalina, para analizar qué puede aprender una ciudad de otra y viceversa.

Ambas son parecidas. La escena alternativa en la capital es un poco más movida porque hay más gente metida en hacer conciertos y festivales. Sin embargo en ambas ciudades hay pocos lugares que les abren las puertas a gente que hace música original. Hay una escena mucho más grande en todo el país para los covers que para la música propia, sea independiente o comercial. Y en ese sentido, tanto Quito como Guayaquil son igualitos. Vas a un bar y ves a un tipo tocar Soda Stereo en pleno 2022...

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¿Y en cuanto a las propuestas musicales de ambas ciudades?

La música guayaquileña es muy diferente a la de Quito. Sin embargo, siento que ha habido una tendencia del sonido guayaco de acercarse a lo que hacen ciertos grupos de la escena quiteña. Me parece raro, porque la música de Guayaquil siempre ha sido diferente y eso es lo que la hace bacán. Hay una lucha de identidad. Talvez sea una malinterpretación mía.

Hay varios proyectos interesantes en ambas ciudades, como Lengua Mocha en Guayaquil o ACP en Quito, por nombrar solo dos.

Sí, hay nuevos proyectos que están jugando con otras cosas, cambiando el paradigma. Pero se pierde mucha música buena solo por el hecho de no parecerse a la hegemonía. Hay poca gente haciendo buena música. En todo el planeta es así, no solo en Ecuador. Aquí se nota más porque somos un país pequeño. No es tanta la gente que está haciendo buena música a nivel mundial.

  • SU MÚSICA, UN REFUGIO

Comparado con 'El principio del fin', su nuevo disco, 'Bahamut', es mucho más diverso y agresivo. ¿Qué pasó en estos cuatro años?

En el disco anterior éramos un trío: bajo, batería y saxofón. Para 'Bahamut' entraron dos integrantes. En la guitarra, Daniel Gachet, quien nos da otra gama de sonidos y otro espectro de posibilidades, no solo desde el punto de vista sonoro, sino también de composición. Eso marcó el cambio a un sonido más pesado y una propuesta mas ordenada. También se unió Pedro Naranjo en el saxo barítono. Él ya había tocado con nosotros en esporádicas ocasiones, pero ahora es completamente parte de la banda y también fue una fuerza creativa en este segundo disco, porque ahora él y Luis (Sigüenza) trabajan juntos las líneas de saxofón.

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Víctor Andrade volvió a trabajar con ustedes como productor del disco.

En 'El principio del fin' nos ayudó con la producción de los saxos. En cambio ahora nos acompañó durante todo el proceso. Teníamos unas maquetas, pero era algo muy diferente a lo que fue el resultado final. Un montón de cosas se fueron, gracias a Víctor, que nos ayudó a hacer los temas más concisos y trabajar para un mejor sonido.

¿De qué manera influyó el hecho de que lo hayan grabado en pandemia?

El 2020 iba a ser un año muy diferente. Íbamos a tocar en Colombia por primera vez, pero todo eso se fue al diablo. Fue un proceso súper diferente, porque Víctor no estaba presente mientras nosotros grabábamos, pero nos ideamos la manera de transmitirle la grabación en video y en sonido, para que nos fuera guiando. Podemos decir que el encierro nos obligó a enfocarnos más en esto. La música se convirtió en una especie de refugio.