Acompañadas de una copa de champán y música tenue pasan las horas para estas mujeres que crean labiales con colores y olores para todas las ocasiones. Se reúnen en plan de tertulia en un estudio ubicado en Urdesa, donde son asesoradas por Dennys Godoy, guayaquileña de 34 años.

Mientras entra en diálogo con EXPRESIONES, cuenta que la preocupación por la salud y el bienestar la inclinó por la cosmética orgánica. En un laboratorio de Chicago aprendió esta modalidad y decidió importar la materia prima para innovar en Ecuador. “Son orgánicos, están hechos a base de lo que nos da la naturaleza, como aceites, ceras, frutas y otras combinaciones”.

Ha pasado casi un año y medio desde que inició aquel emprendimiento que es el paraíso para quienes desean crear una base, un corrector o un labial a su medida.

Su ímpetu por emprender no viene de ahora; está en su historia familiar a la que nos va adentrando mientras conversa.

• En su ADN

“Desde niña me gustaba mezclar elementos para ver qué resultaba. Por ejemplo, al talco le añadía agua y colores”, recuerda sobre aquellos juegos.

Desde corta edad, el ejemplo de sus padres marcó su futuro. “Ellos fueron importadores mayoristas, pero enormes. No solo vendían en Ecuador, sino a Perú y Chile. Nuestra casa podía convertirse en bodega porque la que tenían estaba repleta de cajas grandes”.

Así conoció todo lo que rodea un negocio. “Si uno se sienta a conversar con mi padre, él puede contar cientos de historias sobre las importaciones. Habían días que les escuchaba decir ‘Nos robaron’, se referían a los contenedores vacíos, Pero ellos no se sentaban a lamentarse, mis padres se levantaban y seguían vendiendo”.

Con el paso de los años, a los 19, Dennys empezó su camino en los emprendimientos, mientras estudiaba para parvularia.

“Creo que es parte de mi genética eso de lanzarme con todo y después ver cómo crezco. Y el ejemplo de mis padres me ha servido en la pandemia. En casa hemos sido muy católicos y sabemos que cuando las cosas van peor es porque Dios va a mandar una bendición muy grande”.

• En el mundo de la belleza

En su día a día pasa mezclando texturas y tonalidades de la rueda cromática para las diferentes necesidades de quienes la visitan. Ahí llegan desde madres con hijas pequeñas o amigas que van a divertirse mientras crean su maquillaje.

“Esto es como una terapia para ellas. Después de los meses de cuarentena han encontrado su espacio para relajarse, consentirse y subir los ánimos”, explica.

Entre anécdotas cuenta de despedidas de solteras con este tipo de actividades y que, luego, el día de la boda, todas usan los labiales del mismo color y creados por ellas. Pero las historias varían.

“He conocido mujeres con afecciones en la piel, a quienes antes les resultaba un calvario encontrar un buen producto. Cuando prueban la cosmética orgánica vuelven por más. Estos no tienen químicos y son libres de crueldad animal”.

Entre los retos que ha debido enfrentar están los vividos en 2020. “Empecé a hacer conocer el emprendimiento desde Instagram, luego abrí un local en Urdesa y después decidí tener otro en Samborondón. Llevaba apenas cuatro meses de apertura y el país entró en cuarentena, así que tuve que cerrarlo y me quedé con solo uno porque no sabía qué iba a pasar”.

Aún con el aforo pequeño, las mujeres tienen su momento para desconectarse del tiempo y darse cuenta de su faceta creativa. “Nosotras somos capaces de crear muchas cosas en el mundo y es genial que aprendan a crear un labial ideal para ellas”, dice y agrega: “Creo que el amor es como el maquillaje, es importante escoger el indicado”.