Cultura

Los libros de poesía que salieron en 2019 y debes leer: los poetas cuentan sus favoritos

Cuatro autores nacionales reflexionan sobre los que fueron los mejores libros de poesía ecuatoriana publicados el año pasado, y porqué hay que leerlos

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En promedio, se publican 130 poemarios en Ecuador cada año.Cortesía

“La poesía no tiene público, tiene lectores”, decía el escritor español Francisco Brines. Este género, quizás uno de los más complejos de la literatura, rara vez cuenta con éxitos de ventas, o con reseñas en los principales medios a nivel mundial, pero tiene un índice creciente de admiradores, y numerosos autores cuyos versos que han marcado a generaciones de jóvenes y adultos.

Ecuador no se queda atrás. Según datos de la Cámara Ecuatoriana del Libro, en promedio se publican 130 poemarios al año. En 2018, esa aumentó a 136. ¿Cuáles son los más interesantes e innovadores?

En esta ocasión, Kiosko de Libros consultó a cuatro poetas, Issa Aguilar, Ernesto Carrión, María Auxiliadora Balladares y Luis Carlos Mussó, sobre sus obras favoritas de 2019. En ciertas recomendaciones, coincidieron. ‘Historia de la leche’, de Mónica Ojeda, por ejemplo, está en todas las listas.

“Este libro sorprende desde muchas aristas: en sus primeras partes, el sostenido trabajo con una versificación larga, que se instala en lo poético a partir de recursos típicamente barrocos como el encadenamiento de sintagmas nominales o la ruptura de sistema, pero no en el plano paradigmático (que sería el de las enumeraciones, por ejemplo), sino en el plano sintagmático (que sería el de la oración). Encontrarse de pronto con un objeto directo que no se corresponde con el verbo que lo antecede y que esa estrategia poética se repita una y otra vez, obliga a quien lee a sumirse en un universo particular en el que se construye una historia familiar de padre que apenas aparece, de “madre cólera”, de hermana muerta a manos de la yo poética. En las últimas partes, versos mucho más cortos surgen en el poema, como un respiro, como una pausa, como la contracara de esa lengua barroca, como el silencio que esa yo poética dice que es Mabel, la hermana muerta. Los epígrafes escogidos por Ojeda son joyas que también señalan filiaciones, siendo quizás la más cercana, para los lectores ecuatorianos, la de Efraín Jara Idrovo”, explicó Balladares.

También figura ‘Deterioro’, de Rocío Soria. “Concordante con el título, libro que a veces nos deja al tanto de la destrucción de eso que somos, y nos expone al mundo sin nada con qué guarecernos”, subrayó Mussó.

A este, Balladares agregó que: “Deterioro parece completar una especie de díptico en el que el tema central es la enfermedad (en ambos, aunque en el primero con mayor detenimiento, se trabaja el motivo de la muerte del padre). La yo poética de este libro habita un hospital y testimonia el deterioro del propio cuerpo, así como el de los demás pacientes. Para hablar desde la conciencia plena de la enfermedad y, más aún, de la muerte que trabaja incansable, Soria pone en entredicho el entramado de la formación religiosa –se refiere al dios paliativo de los enfermos, la estructura familiar, la normativa heterosexista, e inserta el discurso amoroso en medio de cuerpos dolientes y moribundos. Las preguntas retóricas en torno a la vida y la poesía pululan en este libro, tal cual la yo poética lo hace en la ciudad que se encuentra, asimismo, en franco deterioro”.

Pero además de estas coincidencias, las recomendaciones de los autores son numerosas y variadas.

Issa Aguilar Jara (Cuenca, 1988)

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La autora seleccionó tres poemarios como los mejores de 2019.Cortesía

Para la autora de ‘Con M de Mote se escribe Mojigata’, la lista de poemarios de 2019 tiene tres obras destacadas, entre ellas ‘Historia de la leche’, que dice haber empezado recientemente y que fue publicado el mes pasado por Severo Editorial.

“Sin duda, 'Guayaquil' de María Auxiliadora Balladares eso uno de los mejores del año y uno que amé un montón”, reflexiona. La obra, conformada por veintidós poemas, ganó el Premio Pichincha de Poesía 2017 y se lanzó el año pasado. Aquí les dejamos tres poemas del libro.

Aguilar también recomienda ‘Sirenita Lollypot’ del músico y escritor guayaquileño Hugo Idrovo. Llena de alusiones a la cultura pop, el poemario sigue a dos personajes marginales que se dejan llevar por la pasión y lo inesperado.

Ernesto Carrión (Guayaquil, 1977)

En los últimos cinco años, el escritor dio un giro de la poesía hacia la narrativa. Este año obtuvo el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, de la Feria Internacional del Libro de Guayaquil. Pese a ello, su afición por el género en que empezó su trayectoria literaria, no ha mermado.

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El escritor también destaca las obras que se publicarán este año.Cortesía

Para este, los mejores poemarios de 2019, fueron seis, incluyendo el más reciente de Ojeda y el de Rocío Soria. A ellos se suman:

‘Sharapova’, de Paul Puma, que fue galardonado con el Premio Pichincha de Poesía, ‘Tratado de los bordes’ de María Paulina Briones, que contó con una nueva edición en 2019, ‘Libro Hémbrico’ de Andrea Crespo, que obtuvo el premio David Ledesma, y ‘La hora del diablo’, de Ana Minga, presentado en Perú por la editorial Cascahuesos.

Señala que 2020 también será un año de poemarios importantes. “Este año saldrán ‘Galería de fantasmas’, de Wladimir Zambrano, ‘Retórica del Amaranto’, de Victor Vimos y ‘El fuego de San Telmo’ de Carlos Luis Ortiz Moyano. Recomiendo estar atentos”.

Luis Carlos Mussó (Guayaquil, 1970)

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El poeta destacó cuatro poemarios como los mejores del año pasado.Cortesía

Pese a experimentar con diversos géneros, entre ellos la narrativa, de la que proviene su obra más reciente, la novela ‘Teoría del manglar’, Mussó conserva intacto su admiración por la poesía, género con el que se dio a conocer.

Indica que, aunque este año sus múltiples ocupaciones le han impedido leer tanto como quisiera, rescata cuatro poemarios, entre ellos el de Rocío Soria. Pero en su selección también consta ‘Los poetas duros no lloran’, de Pedro Gil, ‘La hora del diablo’, de Ana Minga y ‘39 poemas de mierda para mi primera esposa de Juan Romero.

Sobre el primero indica que esta es una antología de “poemas publicados durante tres décadas de un poeta maldito que no suele tener caídas en su carrera. Casi sin desperdicio”. Con respecto a la obra de Minga, considera que el poemario “expone frontalidad para asumir los temas de siempre desde perspectivas otras. Ahí están el mar, la muerte, el tiempo, el desamor, el otro”.

Considera que la obra de Romero, en cambio, es “uno de los más serios proyectos, al asumir el humor como herramienta para la reflexión sobre el oficio y sobre la existencia”.

María Auxiliadora Balladares (Guayaquil, 1980)

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Siete obras sobresalen en la lista de BalladaresCortesía

La escritora y catedrática considera que siete poemarios de gran valor se publicaron en 2019. Entre sus recomendaciones también constan las obras de Soria y Ojeda, mencionadas al inicio de este texto. También menciona las siguientes:

'Su sombra como un mapa. Obra reunida de Kelver Ax' (Mecánica Giratoria)

La temprana muerte de KelverAx (Loja 1985-2016), pintor y escritor privilegiado, ha llevado a sus lectoras –en particular a su editora, Lucía Moscoso, y a quienes participan con sus prólogos en esta publicación de su obra reunida– a revisitar el proyecto escriturario de quien prometía ser una figura determinante en el panorama de la poesía de nuestro país. La obra poética de Ax se maneja en dos planos: el discursivo y el visual. Esta cualidad vanguardista de muchos de sus poemas nos inserta en un universo lúdico, donde el humor y la ironía son componentes centrales. Asimismo, la ternura se abre paso y se impone a cierta pesadumbre próxima a la muerte que también puebla las páginas de este libro. La cercanía de Ax a los animales, por ejemplo, se instala en ese camino de lo tierno, de la mirada del niño que no soporta la muerte de su pollo blanco, su primer amigo: “yo simulaba tener hambre / y contenía el llanto con tal de tomar en mis manos / al querido Mike / verlo quieto dormido entre mis piernas / y no sobre un nido de arroz / tendido como un monumento derribado”.

'Libro hémbrico' de Andrea Crespo Granda (Editorial Ileana Espinel Cedeño - Casa de la Cultura, núcleo del Guayas)

La publicación de este libro tardó algo así como dos años, a partir de que se anunciara que fue el ganador del Concurso Nacional de Literatura 2017 “David Ledesma Vázquez”. Este es el sino poco feliz de algunos libros ganadores de premios en nuestro país. En buena hora, Libro hémbricose publicó hace pocos meses y es el tercer libro de poesía de Andrea Crespo Granda (Guayaquil, 1983). Como en sus dos libros anteriores, la palabra poética se desbordaen su barroquismo, en su afán por dar cuenta de la condición de un cuerpo que se ha ido formando en diversas eras y que por lo tanto acarrea en su carne la existencia del mundo, de las capas de la tierra, pero también de una normatividad con la que busca romper de forma radical. Este libro arde en imágenes, parafraseando a Hémbrica –la yo poética–; el espesor de su lenguaje y la complejidad de su estructura exigen una lectura morosa y atenta.

'Se me emperró la vida' de Pablo Mériguet (El Ángel Editor)

Este es el tercer libro de Mériguet (Quito, 1989) y de él me llama especialmente la atención el trabajo que hace con el lenguaje: cómo logra, a partir de la apropiación particular de un habla callejera quiteña, alcanzar momentos de profunda reflexión e imágenes alucinadas. El yo poético de este libro rememora Quito desde la distancia, reconstruye la ciudad en una práctica memorística cargada de humor. La familia, las amadas, la lengua, los amigos, el fútbol se conjugan en esta suerte de retrato hablado de una ciudad que se extraña con rabia; al punto que se abandona el habla y se empieza a emitir ladridos. Se me emperró la vida está constituido de un largo y único poema que se sostiene de inicio a fin, que no pierde en ningún momento su fuerza, su vitalidad. Mériguet es una de las voces jóvenes más interesantes de la poesía ecuatoriana contemporánea: ha generado un discurso poético que se instala en la nostalgia con la misma fuerza con la que se instala en lo político.

'Diamante' de Azael Álvarez (DADAIF[cartonera])

Los versos de este libro son breves y, sin embargo, esta característica contraría la manera en la que se los lee en voz alta: casi sin respiro. Parece que, antes que señalar pausas con los cortes, la estructura versal busca dibujar una torre, un símbolo fálico, una cascada de agua. La poesía de Azael (Guayaquil, 1993) se trabaja desde el deseo, desde la constitución de una cuerpa que se sabe en un fluir constante; que es hombre, que es mujer, que no es ninguno de los dos. Esa cuerpa se dibuja constantemente en el poema, a partir del encuentro con un objeto del deseo, a partir de ser ella misma el objeto del deseo de otros, a partir de la conciencia de su existencia única sobre la faz de la tierra. En sus poemas, Azael juega a romper las convenciones hetero-patriarcales con absoluta radicalidad. Son poemas que por momentos asumen una veta narrativa, que refieren las formas siempre marginales de habitar la ciudad, de mirarla y de ser vista por ella; porque las pulsiones eróticas y el deseo circulan en Diamante, no se estancan nunca. El apóstrofe es recurrente en estos poemas –que no llevan título, sino que van precedidos siempre por epígrafes de Nin, de Sigüenza, de Pessoa y otres–, de modo que no se construye una voz que habla en soledad, sino que interlocuta siempre con alguien más, con un otro vivo, a veces deseante, otras veces lejano, pero con un otro siempre, como si la palabra cobrase sentido solo cuando llega hasta la comprensión del amado.

'Retazos de horizonte en la taza de café' de Tania Salinas Ramos (Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo de Loja)

La poesía de Tania Salinas (Loja, 1990) fue el gran descubrimiento de este año para mí. A pesar de que cuenta con dos publicaciones anteriores, en 2011 y 2017, no conocí su obra sino hace pocos meses. Este nuevo poemario está cargado del humor de la nómadaque es capaz de reflexionar sobre cómo ha mirado siempre a su ciudad desde los márgenes, sobre cómo ha ingeniado sistemáticamente estrategias para escapar de la institución familia, sobre cómo el amor es un pretexto para la melancolía. Quizás lo más impresionante de la escritura de Salinas es cómo logra hilvanar, a la luz de un manejo muy cuidadoso de la ironía, un pensamiento profundo, lo que la voz poética llama su “extraña sabiduría”.En los poemas de este libro, se dibuja con frecuencia un cuerpo apasionado, un cuerpo cuyos movimientos acarrean siempre una forma de lo inexacto, de lo radical, incluso de lo violento. Esa violencia que antecede a todo nuevo comienzo. La voz poética de Salinas en Retazos de horizonte en la taza de café parecería imaginar siempre la posibilidad de recomenzar; es la voz del espíritu que anhela despojarse de todo.