Cultura

Dos hechos asolan un pueblo custodio de sus creencias

En Sarayaku, el desbordamiento del río Bobonaza y el coronavirus ocurrieron al mismo tiempo. La población quedó devastada por el doble riesgo vivido

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Desolación. Más de treinta viviendas fueron arrasadas por el caudal del río Bobonanza en Sarayaku.CORTESIA / EXPRESO

A las tres de la mañana, hierve una olla en la casa de Dionicio Machoa, sobre un fogón de leña; prepara wayusa, la bebida que alimenta el espíritu de los guerreros, según las creencias de los indígenas amazónicos del pueblo Sarayaku, en la provincia de Pastaza.

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Antes de salir de cacería, beben la infusión y, según el volumen de espuma que produzca al hervir, se afirma que habrá una jornada exitosa. Aseguran que les da fuerzas y protección espiritual todo el día.

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Viviendas. Los comuneros construyeron refugios improvisados donde aún hay familias que permanecen ante la falta de recursosCORTESIA / EXPRESO

El hombre se interna a diario en la selva junto a otros jefes de familia, para ir de cacería y/o pesca. Ellos son parte de una comunidad en la que hay otros que se dedican al cultivo en sus terrenos. Estos, en las faldas de las montañas de la cordillera oriental, cosechan champiñones y yuca; cazan sajinos y otros animales, cuya carne ahúman para mantenerla. No tienen servicio de energía eléctrica ni refrigeradora en la espesura de la selva. Las mujeres, salen temprano con sus canastos a cosechar yuca para preparar con lo que los esposos obtengan de la caza o pesca.

Todo cambió en marzo. Así transcurría la vida en este pueblo desde tiempos remotos. La tranquilidad y comunión con la naturaleza era algo cotidiano para los comuneros en Sarayaku. A mediados del mes de marzo pasado, todo cambió para esta pacífica localidad; comenzaban a presentarse los primeros casos de coronavirus, que se multiplicaron al igual que en el resto del país. La crisis sanitaria no fue el único embate que recibió la población. Se produjo un gran desborde del río Bobonaza, que arrasó con la localidad, dejando una estela de destrucción y mucha gente sin vivienda.

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Selva. Los comuneros recurren a la pesca y la cacería para contribuir a la alimentación de sus familias.CORTESIA / EXPRESO

Han pasado casi cinco meses y todavía hay familias que habitan en refugios temporales. El desborde del afluente era esperado este año, pues es un fenómeno cíclico que ocurre cada dos décadas. Sin embargo, no presumían que vendría con tanta fuerza, provocando un verdadero desastre en la población.

“Corriente abajo, el Bobonaza y varios afluentes estaban crecidos y se habían desbordado totalmente. El puente colgante peatonal de la comunidad kichwa se derrumbó. La magnitud de la creciente era asombrosa. Si ese día 17 marzo alguien hubiera emprendido viaje hacia Sarayaku, hubiera perecido al chocar contra el puente, transformado en represa”, dice el comunero Heriberto Gualinga, líder comunitario.

Los indígenas intentaron poner a buen recaudo sus bienes en peligro, mas cuando se dieron cuenta de la magnitud de la creciente de este año, fue muy tarde, y la marea continuaba subiendo a una velocidad vertiginosa.

La seguridad comunitaria especializada en rescate y socorro, no pudo intervenir porque tuvieron que ocuparse de sus familias y viviendas, que también estaban siendo arrasadas por la corriente. “Se escuchaban gritos pidiendo auxilio y el puente más alto de Sarayaku, sonó como una bomba al caer”, comentó el dirigente.

Sanación milenaria en la pandemia

Según José Gualinga, líder comunitario, el hecho se produce porque en la cabecera del caudal, en la zona campesina donde se practican cultivos intensivos, ganadería, explotación de madera y grandes extensiones de peceras, el caudal ha disminuido. Entonces cuando cae gran cantidad de lluvia, no hay árboles que retengan el agua y, el río se desborda. Durante la doble emergencia, hubieron numerosos abortos prematuros, niños perdidos de sus padres, proliferaron enfermedades causadas por el lodo, como diarreas e infecciones, sumadas al coronavirus, que apareció al mismo tiempo en el pueblo. La gente puso en práctica la sabiduría ancestral, sus cocimientos de plantas medicinales y métodos de medicina milenarios, para enfrentar la crisis sanitaria.