Cuando están sobre el escenario o en el plató, estas son mujeres que parecen inalcanzables, con vidas de cuentos de hadas. Verdaderas divas.

Pero ahora, viviendo el aislamiento como lo hace el resto del mundo, dejan también al descubierto su lado más humano, más natural. Y es entonces cuando sus seguidoras se sienten identificados con estas damas que, ahora sí, parecen de carne y hueso.

• Miichelle Pfeiffer

La actriz y modelo estadounidense ya está en los 61 años. En su cuenta de Instagram se confesó “lunática” por el aislamiento social solicitado para combatir el contagio del nuevo coronavirus. 

Michelle Pfeiffer no ha dudado en mostrarse sin filtros y sin una sola gota de maquillaje ni de demostrar su admiración por todos aquellos que luchan desde sus trincheras por atender a los enfermos. “Gracias desde el fondo de mi corazón", les dijo.

• Christie Brinkley

La modelo de 66 años luce regia mientras se ocupa de su jardín, una actividad que la llena de alegría. “¡Todos estamos desempleados, así que seamos conscientes de ayudarnos mutuamente!”, escribe en su cuenta de Instagram.

Christie Brinkley asegura que “la naturaleza siempre me levanta el ánimo”. Tal vez habría que seguir su consejo.

• Sharon Stone

Muy alejada de la sexy imagen que proyectó en la cinta Fatal attraction (Atracción fatal, 1987) junto a Michael Douglas, la actriz de 62 años, estos días se deja ver totalmente al natural en sus redes sociales. 

Sus mensajes demuestran que no es ajena a la tragedia sanitaria que vive el mundo y que aprovecha el tiempo para pintar. Entre sus líneas más emotivas están aquellas en las que intenta animar a sus fans. “Crean en ustedes mismos, tengan fe, sepan que los pensamientos positivos son buenos para nuestro sistema inmunitario”, dice Sharon Stone.

• Susana Giménez

Aunque no ‘se atreve’ a dejar ver su rostro tal cual es y usa filtros en exceso, la exvedette y cantante argentina de 76 años sí confiesa que estos días encerrada en su mansión de Barrio Parque, en Buenos Aires, no ha visto “a un maquillador ni a un peluquero”. 

También que está durmiendo nueve horas al día, que arruinó varias cápsulas de café antes de poder prepararse uno y que le dio miedo prender el horno para preparar un pollo. Menos mal está acompañada de una de sus empleadas domésticas, Deolinda. “Como vive acá, no se puede ir”. Queda claro que como ama de casa, Susana Giménez no funciona.