El proyecto urbanístico Nuevo Samborondón fue lanzado ayer con bombos y platillos. Sin embargo, quedaron algunas dudas en el aire, pues aunque el alcalde Juan José Yúnez aseguró que este prevé transformar positivamente a la ciudad; no precisó para cuándo estará terminado el proyecto, ni cuánto costará.

“Se levantará con inversión privada y pública”, dijo, al no detallar tampoco cuál es el monto que saldrá de este último sector. Eso, explicó, se lo verá a medida que el cantón vaya creciendo.

En las instalaciones de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), donde se desarrolló el acto, lo que Yúnez sí dejó claro es que se construirá una ciudad urbano sustentable, que concentrará actividades comerciales, recreacionales y residenciales en un área de 2.300 hectáreas, localizada entre la urbanización Ciudad Celeste, la avenida Miguel Yúnez Zagia y el río Babahoyo.

Durante la presentación, vía internet, el socio principal de EDSA, Marco Larrea, aseguró que el proyecto incluye la construcción de un parque central de 30 hectáreas, en cuyo contorno se desarrollarán proyectos mixtos, comerciales y residenciales.

El plan, que fue explicado -de forma virtual- por uno de los directivos de EDSA, la compañía que lo diseñó y es una de las más grandes en urbanismo y planificación de proyectos en gran escala en el mundo; incluye el levantamiento de parques públicos, teatros, malecones, ciclovías, vías y veredas amplias; y la utilización del río.

En fin, todos esos factores que, como lo ha venido publicando EXPRESO en voces de los urbanistas, le faltan a Samborondón. Y evidencian que el cantón ha crecido sin planificación.

“Si el Nuevo Samborondón será tal y como lo proyectan, es posible que los errores se corrijan, siempre que se hagan estudios permanentes y se socialicen cada uno de los cambios. No lo veo tan fácil. Y es que aquí la lista de problemas es larga. No es solo el tráfico que seguimos experimentando a diario”, argumenta Nathaly Cajamarca, residente de Entre Ríos, quien incluye el hecho de que los suelos sean inundables y que la contaminación ambiental "sea más evidente en el entorno".

Daniela Viteri, habitante de Ciudad Celeste, tiene una opinión similar. A ella, que si bien le agrada la idea de que se pretenda priorizar la vida en comunidad, rodeada de paisajes urbanos (una de las características del Nuevo Samborondón, a decir del alcalde); le preocupa sobre todo que los congestionamientos viales continúen siendo el dolor de cabeza de los residentes, a futuro. 

"Si se habla de una nueva ciudad, eso quiere decir que habrá más comercios, más residencias, más gente con carros. ¿Estará lista La Puntilla para soportar todo eso? No creo. Espero realmente que sí por la asesoría que, entiendo, han contratado... Sería una pena que se quiera cambiar físicamente la ciudad, pero que en el fondo los problemas sigan siendo los mismos", cuestionó. 

Al preguntarle sobre este punto a Yúnez se limitó a decir que todo eso está contemplado con los estudios que han venido realizando.