“Si va a entrar allí vaya con cuidado y quítese ese reloj que el sector es conflictivo”. Es la advertencia que suelta un policía del barrio Garay cuando se le consulta sobre el escenario actual de la Plaza de la Música, sobre todo en la parte final, en la 17. Son 1.300 metros de extensión que cuenta el sitio turístico, que nace en el puente El Velero, y aquel aviso confirma las escasas visitas que allí aterrizan, pues tanto turistas como vecinos aledaños, no se atreven a ingresar debido al consumo de drogas o el temor de ser los siguientes asaltados.

Las denuncias ciudadanas vuelvan a encender las alarmas en el populoso barrio Garay y a los que frecuentaban esta área recreativa. Luis Barrionuevo lo hacía.

Él habita en la 11 y Alcedo y recuerda que junto a sus familiares se paseaba por el sitio para acortar camino y llegar al centro, pero hoy eso ya no es posible. “El consumo de drogas ocurre a vista y paciencia de los guardias de seguridad que, quizá por temor, no les dicen nada. En los alrededores, en los callejones, ocurre lo mismo. Es una pena que tanto dinero invertido sirva para que únicamente los consumidores tengan un espacio”, se lamenta.

Barrionuevo denuncia que en los pasadizos de los alrededores del parque lineal hay venta de droga y que el consumo, asimismo, se instala hasta en los juegos infantiles que están cerca a los portones de ingreso.

Julio González, morador del sector, concuerda con él y por esto también frenó sus visitas por las tardes a la Plaza. “La droga se ha apoderado de Guayaquil y allí no es la excepción. Pasear es un riesgo, la guardianía que aquí hay no nos garantiza nada; hace unos meses se robaron las luminarias y se agravó el problema”, afirma.

El dirigente comunitario del distrito 3, que abarca las parroquias centrales de Guayaquil, Gustavo Rivadeneira, es otra ‘pérdida’ que tuvo la Plaza de la Música. Él realizaba, hasta antes de que aterrice la pandemia en el territorio nacional, caminatas y actividades físicas, pero la inseguridad lo ahuyentó.

Se lamenta de que el sitio se encuentre “abandonado”, que cada vez gane más terreno la delincuencia, y es por esto que se vio obligado a buscar otros espacios para ejecutar sus actividades. Ahora las hace en el parque lineal del estero Salado. Es decir, al frente de la Plaza de la Música, que se conecta con la calle Aguirre. “Ir por allí es un suicidio. La gente evita ya cruzarla y hasta las baterías sanitarias no están en buen estado”, señala Rivadeneira, quien cuestiona el hecho de que no se respeten las ordenanzas sobre el buen uso de los espacios públicos en la ciudad.

Frente a las denuncias ciudadanas, EXPRESO se contactó con Juan Carlos Ortega, jefe del circuito Garay 3, que abarca al espacio y cuenta con un universo de 4.500 personas; y confirmó que los “inconvenientes” que allí se han presentado han sido “corregidos a tiempo”.

Argumenta que se han puesto en marcha proyectos para tener mayor seguridad, en los que ha participado el Ministerio de Salud; hay la asistencia de policiclos, y que la ciudadanía ha tomado “confianza”.

Aunque puntualiza que en la primera semana del año no se han originado delitos, el sector sí se ha visto afectado por la ola delincuencial que azotó a Guayaquil, en 2021. Allí se contabilizaron seis muertes violentas hasta mayo anterior y se decomisaron 191 armas blancas y siete armas de fuego.

“A partir de esa fecha, hasta ahora, con las estrategias y unidades investigativas se logró, además, desarticular cuatro organizaciones dedicadas al tráfico y consumo de drogas que estaban asentadas en el lugar”, puntualizó el uniformado, al afirmar que sí se hacen patrullajes en el espacio.

Sobre la unidad policial móvil que estaba instalada en una esquina de la 10 de Agosto, el jefe policial señaló que ahora está en otro sector donde prolifera la delincuencia: en el Centro de Adolescentes Infractores (CAI). “Es un impacto psicológico a la delincuencia”, dice.

No obstante, la ciudadanía opina que aquellas acciones aún no terminan de solucionar los males que se pasean por la Plaza. “Si uno denuncia corre el riesgo de que hagan algo malo a uno; en los alrededores hay familias que se dedican a la venta de drogas, es lamentable”, aseveró otro morador del sector que prefirió el anonimato.

La guardianía del sitio está a cargo de la empresa Vielarec C. Ltda., que inició sus actividades en agosto de 2021, y cuando el personal detecta personas consumiendo drogas, da alerta a la Policía.

“Los guardias, quienes no cuentan con armas de fuego, deben tomar un distanciamiento prudente y sensato por el alto grado de agresividad y peligro que pueda derivar de su llamada de atención”, agregó Xavier Álvarez, gerente de la Fundación Guayaquil Siglo XXI. Confirmó que en el área se han presentado algunos incidentes como robos a los visitantes e incluso amenazas a los mismos guardias hasta intentos de extorsión bajo el pretexto de “cuidar el territorio”. A la fecha se contabilizan alrededor de doce incidentes.

Cuando se presenta algún incidente, acotó, se coordina con la Corporación de Seguridad Ciudadana de Guayaquil y con la central ECU-911. Sin embargo para las familias hace falta un plan integral.

“No se trata de alertar y dar aviso nada más, sino de darle vida al lugar. Guayaquil tiene pocos espacios de entretenimientos y turísticos, este debería ser uno de ellos y las autoridades deberían luchar por mantenerlo vigente. ¿Por qué no hacen ahí actividades para los niños y el adulto mayor, por ejemplo? ¿Por qué no piden ayuda a los Scouts o llevan a instructores de bailoterapia? ¿Por qué nadie hace nada por recuperarlo? ¿Por qué a nuestra Alcaldía poco le importa que las familias puedan vivir en comunidad y en un ecosistema sano y libre”, cuestionó la ciudadana Magaly Chalén, también residente del barrio Garay.