Ardillas, iguanas, gatos, gansos, palomas, peces de colores y una variedad de aves que anidan en árboles nativos de la ciudad.    Una flora y fauna que conviven en lo que se constituye un paraíso y un emblema del sur de Guayaquil: el parque Forestal, que de a poco ha ido perdiendo ese atractivo al que todo guayaquileño y foráneo acudía casi a diario para disfrutar en familia.

Se trata de un complejo de distracción ubicado entre la avenida Quito y las calles Guaranda, Venezuela y El Oro, que cuenta con una laguna natural, una plazoleta donde está ubicado el monumento a los próceres de la Independencia de Guayaquil, el Teatro Centro Cívico y otros atractivos, además de una piscina que en 1982 sirvió como sede para el Campeonato Mundial de Natación, pero que permanece cerrada y deteriorada.

Los pocos ciudadanos que acuden al Forestal, para disfrutar de hacer deportes, reconocen que el sitio es seguro por la guardianía privada que existe, además de la limpieza que se mantiene. Pero señalan que le falta más atención al cuidado de los árboles, la pintada de las barandas y otros espacios.

“Hace falta un poco de mantenimiento en el área de la piscina, que está botada y da pena. Al resto sí le dan mantenimiento”, señala Lorena Valdez, ingeniera en Calidad. A su lado, Carlos Guerrero, diseñador gráfico, hace cuentas y cree que la piscina ya lleva cinco años o más en esas condiciones. “Está seca, deteriorada. Era como una piscina olímpica, venían a entrenar, pero dejaron de darle mantenimiento y ‘murió’”, sostiene el morador, quien por otro lado dice sentirse tranquillo por la seguridad que existe en el complejo.

“Podemos caminar sin tener la preocupación de que nos van a robar. La seguridad es una de las cosas buenas del parque y para que existan más actividades deberían establecer más puntos para hacer ejercicio. La mayoría viene por eso y los gatos que hay”, añade.

Luis Alberto Valencia recuerda el Mundial de Natación que se desarrolló en la piscina, lo que llenó de orgullo al barrio, hace 40 años. “Los marihuaneros se meten por ahí (señala unas rejas) a fumar, se brincan. ¡Yo los he visto!”, afirma el morador, quien comenta que con sus vecinos añoran que la alberca sea rehabilitada, para reactivar turísticamente este sector del sur de la urbe.

Roberto Palacios considera que fue la pandemia la que alejó bastante a las familias, porque antes de eso el sitio era bien concurrido, por los atractivos naturales que    conserva. “Aquí hay ardillas, patos, iguanas, tortugas, gansos, gatos; eso nos despeja de todo”, dice el jubilado.

María Fernanda González aprovecha el área verde para oxigenar mejor sus pulmones. Coincide con Palacios en que la pandemia alejó a los visitantes. “Antes aquí había conciertos, eventos culturales, muchas cosas. Pienso que la pandemia de una u otra manera afectó”.

William Baldeón, quien cuenta que hace 61 años sembró con otros vecinos árboles de mango en el Forestal, cree que lo que necesita el parque es abrir más sus puertas y tener publicidad. Aunque asevera que los fines de semana sí se llena, sobre todo por los paseos en bote en la laguna.