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Los niños solo pueden estar en las calles hasta que hay luz natural.Christian Vinueza

La oscuridad ‘mata’ de a poco la convivencia en Los Rosales 1

Los moradores prefieren evitar la salida en las noches por los riesgos que corren. Más de 3 meses esperan solución. Los comerciantes son los más perjudicados

“¡A correr!”, es lo que literalmente a algunos habitantes de la ciudadela Los Rosales 1, en el norte de Guayaquil, les toca hacer cuando salen de sus casas para esperar un vehículo que los lleve hasta su destino, o regresan a su domicilio en las noches.

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Es la situación que dicen vivir los moradores, desde el año pasado, por la falta de iluminación en las calles, lo que ha generado además inseguridad en el sector.

“Antes era una zona bonita, un lugar agradable para vivir, pero en los últimos meses, debido a la falta de alumbrado público, hasta da miedo llegar. Los propios residentes tenemos temor de ser asaltados”, cuenta el residente Rodrigo Macías, quien asegura que llevan meses pidiendo una solución.

Debido a la oscuridad, los consumidores de drogas se amontonan ahí y hasta duermen. Esto afecta demasiado a mi negocio porque la gente prefiere no salir por miedo.Kléber Naula
​residente y comerciante

“Aquí en la entrada hay dos cuadras que no tienen nada de luz y los residentes ya no podemos salir a caminar tranquilamente como antes”, puntualiza Orellana, al mostrar su desesperación por el desinterés que ven a las llamadas que han hecho a las entidades respectivas, desde el mes de noviembre, para que solucionen el problema. “Sencillamente no nos han parado bola”, dijo el ciudadano.

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Son aproximadamente 200 metros de la calle José Luis Tamayo, en la manzana 230, desde el ingreso de la avenida Francisco de Orellana, donde se presenta el problema. A pesar de haber postes de luz, no hay iluminación. Además, algunas peatonales pasan completamente a oscuras; y, en otras, las luminarias están intermitentes.

En medio de esa oscuridad, los adolescentes que viven en el sector intentan darse un respiro para conversar o jugar afuera de sus casas, mientras los vehículos transitan con esa poca visibilidad.

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Los moradores de Los Rosales señalan que con la oscuridad llegó también el temor a ser asaltados. Christian Vinueza

“En momentos de mucho tráfico las luces de los carros nos ayudan y alumbran, pero después de las nueve no hay tantos vehículos y no tenemos ninguna luz que nos alumbre, ahí ya no podemos salir. Prácticamente nos quedamos presos en nuestras casas”, explica Manuel Moncayo, dueño de una tienda de abastos. La situación se torna caótica en la época invernal.

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“Estos últimos días, la lluvia ha estado muy fuerte y debido a eso la zona se vuelve mucho más peligrosa, por el riesgo de resbalarnos”, añadió el hombre, quien habita hace más de 10 años en la zona. El morador considera que los niños y adolescentes son los más afectados. “Tengo dos hijos menores de 15 años y ya no pueden salir como antes, pero tampoco los podemos tener encerrados. Cuando salen nos quedamos angustiados”, sostuvo.

El peligro aumenta conforme avanzan las horas. Pasadas las diez u once de la noche, el sitio “se vuelve tierra de los consumidores de droga, como no hay luz se aprovechan para fumar en todo este sector. Se reúnen en la esquina y ¡viva la fiesta para ellos!”, señala indignado Kléber Naula, quien lleva 3 años viviendo en el sector y ya está cansado de esa penumbra que ha cambiado hasta sus hábitos. Para comprar el pan, ir a la tienda o caminar a la avícola, lo hace mientras hay luz natural. Después, prefiere no arriesgarse.

Este lugar está lleno de oscuridad, delincuencia, basura y accidentes. Todo debido a la falta de alumbrado público, queremos una ayuda urgente para vivir tranquilos.Yesenia Riquero
​Residente

EXPRESO consultó a la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL) respecto de la situación que se vive en Los Rosales 1. Según indicaron, ya revisarán lo que ocurre en el sitio y próximamente brindarán solución. Lo que muchos toman como una promesa que ha tardado demasiado. “Ya estamos perdiendo las esperanzas. ¿Qué esperan, un muerto por aquí?”, reclamó Flavio Iglesias, un hombre de la tercera edad que habita en la manzana 630.

Quienes deben pasar por el sitio sienten mucha presión. “Es una incertidumbre, debemos estar pendientes de atravesar la avenida sin ser atropellados y cuidar nuestra cartera para que no nos asalten”, sostiene Emilia Terreros, quien a diario toma el bus en el sector para dirigirse a su hogar, en la Alborada. No es la única. Algunos hacen transbordo, por lo que en ocasiones deben esperar de 10 a 15 minutos. “Nos toca refugiarnos en la panadería de la esquina, porque si nos quedamos aquí parados nos pueden robar”, añade Terreros.

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Para Melina Bohórquez, comerciante del sector, hay quienes se aprovechan de la falta de luz para cometer otros actos. “Al ser un sitio oscuro se aprovechan y hasta se quedan a vivir en los terrenos vacíos”, contó una mujer, quien apunta a una esquina, antes de virar a la ciudadela El Cóndor y otros puntos en Los Rosales 2, también con falta de iluminación.

En el último sector, los residentes se han visto obligados a colocar cerramientos en las peatonales, para impedir el ingreso de desconocidos. Una medida que no comparten algunos moradores de la manzana 237. “Algunos quisiéramos poner más seguridad, pero otros creen que esa no es nuestra competencia y no nos ponemos de acuerdo para buscar una solución”, dijo Melina Bohórquez.

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Hay mucha tensión entre los residentes por el paso de muchos recicladores. Christian Vinueza