La Salle
Tradición. Tres generaciones distintas que han pasado por el colegio recorren los sitios más emblemáticos de la sede del centro de La Salle.Amelia Andrade

La nostalgia detrás de 83 años de historia en el San José La Salle

La sede centro de la unidad educativa San José La Salle será una universidad. Alumnos de distintas promociones dan detalles sobre su vida en ese lugar

Este 2023, el “Glorioso San José La Salle”, como lo llaman los exalumnos, deja su local en el centro de Guayaquil, en el cuadrante que limita con las calles Tomás Martínez, Baquerizo Moreno, Escobedo y Mendiburo, y se traslada al norte, a la ciudadela Pájaro Azul, en la avenida Felipe Pezo Campuzano, donde ya desde hace algunos años funcionaba su complejo deportivo.

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Desde 1988 la comunidad de los Hermanos La Salle ya tenía pensado cambiarse a un nuevo local. El factor económico se los impedía, pero desde el 2005 la construcción de las primeras aulas y espacios para la sección de educación básica daba indicios de que el traslado llegaría. Y ocurrió.

OrigenEn 1945 fue inaugurada la sede del plantel San José La Salle, en el centro de Guayaquil. En este espacio a partir de 2024, según lo previsto, funcionará la universidad. 

Esta tradicional institución, inaugurada en 1945, ha albergado en sus aulas a estudiantes que luego se convirtieron en presidentes, políticos y personas distinguidas de la ciudad y el país. Los miles de alumnos guardan grandes recuerdos en sus instalaciones, desde las clases impartidas en aulas con bancas de madera y el sonido de la campana que marcaba el cambio de la hora de clase, hasta las misas que se oficiaban una vez por semana en la capilla que para muchos ha sido “signo de fe y esperanza”.

Christian Yépez, de 50 años, es ingeniero comercial y profesor de La Salle desde 1996. Yépez, que también estudió en este colegio, comenta a EXPRESO con nostalgia algunos elementos visibles de la estructura y del barrio que extrañará con el cambio.

La Salle
La campana del plantel educativo, en la sede del centro, es un ícono para los estudiantes. Era la que los guiaba, al marcar las horas de ingreso y los cambios de clases.Amelia Andrade

“Como exalumnos nos llevamos cosas dentro del corazón. Esto origina que se generen algunos elementos de añoranza, como la capilla, que es el centro de nuestro andar y el motor que nos impulsa como docentes; la campana, que no solo marcaba la señal del cambio de hora, sino que transmitía la esperanza a ser mejores; el mismo barrio que acogió al plantel desde el año 84 y en el que todos nos conocen. Extrañaré mucho el contacto con los vecinos. Esa convivencia ha sido maravillosa”, expresa.

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Este mismo sentimiento guarda el inspector Marcos Pástor, quien lleva 14 años siendo parte del cuerpo docente. Pástor también fue estudiante de la institución y guarda en su memoria momentos únicos, como alumno y jugador de vóley. “El deporte es pasión y los lasallanos siempre quedábamos campeones en vóley, básquet y ajedrez. Aquí había espacio para todas estas disciplinas. Ese sentimiento hace que tenga mayor pertenencia como exalumno, por lo que extrañaré el coliseo, pero en particular la cancha de bachillerato que era de cemento y nos preparaba para cualquier escenario deportivo”.

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Cambio. La mudanza hacia la nueve sede ha sido progresiva desde hace ya un tiempo.Cortesía

Fabricio Gómez Olvera es abogado y profesor de Estudios Sociales en el Bachillerato Internacional. Gómez comenta a EXPRESO que el traslado se realiza en el momento exacto, ya que la educación ha cambiado y es necesario que, teniendo en cuenta los nuevos tiempos que se viven, exista una infraestructura que responda a las necesidades de las nuevas generaciones. “Los cambios son necesarios y se adaptan a la época. Esta estructura tradicional que parece castillo, en el 45, de acuerdo con el modelo pedagógico conductista, era la más adecuada. Ahora la gente está lista para el traslado y se lo hace en el tiempo correcto, aunque eso signifique, en lo personal, no tan solo un cambio de lugar sino de vida. La mitad de mi vida la he pasado en estas aulas. He crecido aquí”.

Javier Ramírez, alumno de la promoción 75 o diamante, que fue la última en incorporarse en el campus centro, afirma tener nostalgia por todos los años que disfrutó junto a sus compañeros. “Creo que extrañaré cada rincón del colegio, las aulas, el patio del recreo, las paredes, todo. Sinceramente no pensé que llegaría la última campanada. Parecía un día tan lejano”, confiesa.

La Salle
Pasillos de la unidad educativa.Amelia Andrade

El hermano Richard Manosalvas, rector de la institución desde 2010, ha sido el encargado de liderar el cambio del campus y también de apoyar en la formación de la Universidad La Salle, que prevén inaugurar a finales de 2024, si tienen “buen viento y buena marea”.

“Nosotros trabajamos desde julio del 2022 en la Universidad. Desde que se firmó un contrato con la empresa responsable de la creación y aprobación de este centro superior, hemos estado recogiendo y entregando la documentación necesaria, ya que esto va por etapas. En un año y medio ya sabríamos qué carreras se tendrán y contaríamos con las adecuaciones que nos exige la Senescyt”, detalla.

La Salle, en el campus norte, cuenta ya con un estadio, parqueaderos, instalaciones para la educación básica superior, un auditorio para 800 personas y edificios para la parte administrativa. Hasta ahora la inversión ha sido de 12 millones de dólares. “Y en el mes de abril se entregarán los patios y todas las aulas y laboratorios. El colegio tiene nuevos proyectos de ir construyendo, con nuevos accesos a la biblioteca, la capilla y el gimnasio”, concluye Manosalvas.

Colegio San José La Salle
Las generaciones ven con nostalgia el cambio de sede, pero se alegran de que la institución siga creciendo.Amelia Andrade

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El cambio de sede ha generado sentimientos de nostalgia en varias familias lasallistas, debido a que abuelos, padres e hijos han caminado por el mítico campus centro. Rafael Galarza García, de 63 años, se siente apenado por el vacío temporal que tendrá la institución céntrica hasta que se forme la universidad. “Hay muchas anécdotas en varios lugares de este campus, y recorrí todos los que para mí son importantes, como la capilla, la sala de audiovisuales, y la comunidad”. Su hijo, Daniel Galarza Dazza, de 27 años, lo acompaña y manifiesta a este Diario que en este escenario vivió los mejores años de su vida educativa. “La oración a la Virgen en la gruta de primaria y también los laboratorios de química, anatomía y biología son los que tendré siempre presentes”, asegura.

Francisco Galarza López, de 17 años, nieto de Rafael y estudiante de segundo de bachillerato, es parte de la primera promoción que se graduará en el campus norte (la número 76) y comenta que su salida será algo nuevo para él y sus compañeros. “Me acostumbré a este campus. Me da gusto cambiarme, pero también nostalgia. El haber escuchado la última campanada hizo que bote lágrimas, porque se que termina una historia y comienza otra”, expresa.