Hombre de la galleta
Vilka Medina León nos deleitó con una de sus creaciones musicales frente a la estatua de su abuelo, en el centro de Guayaquil.Gerardo Menoscal

La joven que heredó la chispa del Rey de la Galleta

Vilka Medina recorre los barrios de Guayaquil desempeñando un oficio similar al de su abuelo, Jacinto León. Dos de sus hijos tienen discapacidad

No es heredera de una fortuna, tampoco de bienes materiales. Sin embargo, Vilka Idalides Medina León tiene un legado intangible: las ocurrencias y habilidades para componer obras poéticas al estilo de su abuelo, Jacinto León Zúñiga, icónico personaje de Guayaquil, conocido como el Rey de la Galleta.

Ángel Abraham Garaycoa

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León Zúñiga fue una singular figura que durante más de tres décadas (desde los años 70 hasta los 90) deleitó a los guayaquileños con sus coplas, que utilizaba como 'gancho' para vender sus galletas de sal y dulce en las calles porteñas.

Querido por el pueblo

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Vilka es la hija de la mayor de los diez hijos (cinco varones y cinco mujeres) que procreó León. Ella mantiene intactos los recuerdos de su abuelito y se enorgullece al contar que es pariente directa de un personaje que por muchos años se ganó el cariño del pueblo.

“Mi abuelo era una persona querida y a pesar de que no tuvo dinero, se hizo muy reconocido. Es por eso que en la plaza San Francisco (en las calles Pedro Carbo y avenida 9 de Octubre, centro de Guayaquil) el Municipio levantó -en 2017- una escultura de bronce en homenaje a él”, resalta la joven.

El Rey de la Galleta falleció en julio de 2004, a los 73 años, debido a un derrame cerebral. Era oriundo del cantón Yaguachi, pero desde pequeño se radicó con sus padres en el Puerto Principal.

REY DE LA GALLETA
La joven recorre las calles porteñas cantando o diciendo coplas. Le regalan una monedaGerardo Menoscal

  • Canta y vende dulces
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De 35 años, la mujer, igual que su abuelo, recorre los barrios para vender sus dulces y entonar algunas melodías románticas que le permitan ganarse unas monedas. Ella canta baladas desde que tenía cinco años de edad, cuando acompañaba al Rey de la Galleta en su trabajo callejero.

“Para mí era un placer caminar de la mano de mi abuelo. Escuchaba atenta sus coplas”, menciona Vilka.

Pese a no haber participado en concursos de canto o recibido clases, Vilka agarra un parlante y micrófono y se aventura a hacer lo que aprendió de niña. “Me han dicho que tengo bonita voz”, comenta.

  • El verbo callejero

La mujer hace una pausa y pasa a demostrar ante EXPRESO, las dotes que heredó de su abuelito y que consiste en recitar versos populares terminados en rima:

-“Niño, no te lleves mis galletas, porque te doy con mi escopeta”.

-“Allá está la chica de amarillo, la que come membrillo”.

-“Aquí vendo alfajores de mi tía Meche, aunque le moleste y le cueste”.

-“Allá está la chica de rosado, la que me tiene tan enamorado”.

Recordar al Rey de la Galleta colma de emoción a Vilka, pero también de tristeza. “Siempre lo vi como un padre, él fue mi guía”.

El Rey de la Galleta era un vendedor informal pero muy pintoresco a la hora de ofrecer su producto. Lo hacía formando versos y rimas pero siempre muy respetuosamente. Recorría las calles del centro de Guayaquil con una lata de galletas, incluso hay una estatua en su memoria

George Villamar, 
​guayaquileño

  • No quiere regalos, sino oportunidades

Pero no todo es música y coplas para ella, pues hace algunos años le detectaron asma bronquial. Además, dos de sus tres hijos tienen discapacidad intelectual. Su mayor anhelo es recibir un adecuado tratamiento y darle un techo propio a sus niños de 13, 12 y 9 años.

“No quiero que me regalen nada, solo que el Gobierno o el Municipio me den la oportunidad de acogerme a un plan habitacional. Podría pagar por mi casa y no un alquiler por algo que nunca va a ser mío”, expresa la heredera de los versos y galletas.