Zona. El centro es visto como sitio de bodegaje y poco habitable. No se conocen los planes municipales en la zona.
Zona. El centro es visto como sitio de bodegaje y poco habitable. No se conocen los planes municipales en la zona.Amelia Andrade / EXPRESO

Guayaquil: La inseguridad acorta la distracción

El recreo suena hasta un poco más de la medianoche. Discotecas esperan atender bajo su línea de negocio original y hasta las 03:00. Se quejan de la clandestinidad

La bulliciosa Guayaquil despertó, pero el ocio nocturno no logra despuntar como debería pese a los tibios intentos por reactivar a este sector, uno de los más golpeados por la COVID-19. Hoy en día ya no es el mortal virus que encierra a la mayoría de ciudadanos, ya que este fue desplazado por la delincuencia y la carencia de sitios que den espacio a la distracción, pues el recreo suena hasta un poco más de la medianoche.

Para el recuerdo quedaron las amenas escenas de jóvenes y adultos que se perdían entre las discotecas, hoy restobares, de la popular zona rosa, Las Peñas o los restaurantes de Urdesa, Sauces o la Alborada. Esto se debe a que el horario sufrió un cambio: si antes funcionaban hasta las 03:00, el Municipio permitía que estos atiendan solo hasta las 00:00. Ese panorama puede cambiar, ya que el viernes 27 Guayaquil pasó a alerta 1 y con ello los negocios pueden abrir hasta las 02:00 y con el 75 % de aforo.

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Las discotecas ya no quieren ser restobares

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Pero los motores que le apuestan a la reactivación tienen frenos o, mejor dicho, obstáculos. Así lo considera Martín Carvaca, abogado que dejó los juzgados para atender un restaurante y dar rienda suelta a su pasión, el canto, pues incorporó un karaoke en el establecimiento que se levanta en la calle Rocafuerte, en el centro.

“Sí, cerramos a las 00:00, pero aquí en la zona rosa se siente el acoso de los patrulleros y de Justicia y Vigilancia a las 23:30, sin importar que los clientes terminen de consumir sus órdenes”, argumenta.

Cavarca ha sido protagonista de esta situación al haber sido multado por dos ocasiones por el Municipio. Por ser jurista, inició los trámites a lo que considera una “actuación ilegal”, pero lo que más le irrita es ver casi a diario esa tensión y amenazas de clausuras que, según afirma, derivan en coimas y empujan a la ciudadanía a los senderos de la clandestinidad.

Desde la noche del viernes 27 de agosto, los restaurantes, restobares y otros negocios dedicados a la gastronomía pueden atender hasta las 02:00, según el Municipio.

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Al igual que dirigentes de los centros de diversión nocturna, cuestiona que la autoridad restrinja el tiempo de atención cuando en el día todavía están visibles las aglomeraciones incluso en el transporte público.

“Caen en lo ridículo; que el virus tenga horario, ya que hay varios locales que tienen encerradas a las personas”, se lamenta el emprendedor, al hacer énfasis que el gremio de la diversión nocturna espera funcionar hasta las 03:00 y bajo su línea de negocio original: bares o discotecas y no como restobares.

Francesca Ferrero, presidenta de la Asociación de Restaurantes de la provincia del Guayas, tiene un criterio similar. Ella ha abanderado sesiones, junto con actores de la empresa pública y privada, para establecer acciones que estimulen al gremio, pero subraya que la delincuencia se agravó con la llegada de la pandemia.

Ella sostiene que el factor que conduce a que el ocio nocturno entre en coma son los horarios. Y también ha vivido en carne propia lo de Cavarca. “Entre los principales problemas están las clausuras y cierres. He estado comiendo y a las 00:00 entran 15 o más personas a cerrar el sitio”, recuerda.

La diversión nocturna espera reactivarse en la urbe
La diversión nocturna espera reactivarse en la urbeAmelia Andrade / EXPRESO

Ferrero menciona que esos frenos son los que obligan a que el consumidor no salga. “Evitan salir y frecuentan los lugares informales. Que la ciudad se apague a las diez de la noche es un agravante”.

La falta de distracción y ocio, así como lo ha venido contado EXPRESO, no solo se da en sitios recientemente regenerados como por ejemplo la calle Panamá. Es por esto que la ciudadanía espera que se establezca un plan de recuperación de espacios, con control, y que aporte a adecentar las zonas que presentan problemas como la falta de iluminación.

En un recorrido de este Diario se constató que en zonas como la principal arteria de la urbe, la 9 de Octubre, los locales gastronómicos que colocaron las mesas y sillas en las aceras (autorizados desde diciembre pasado), se ven empujados a retirarlas ni bien el reloj marca las 18:00. Allí la desolación aparece más temprano debido a que en la zona abundan locales de electrodomésticos y oficinas.

75 % DE AFORO
es el que deben cumplir los negocios de este tipo. Quien incumple el Cabildo lo clausura y multa por un salario básico.
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“Quisiera salir, pero para que roben o ni bien llegar y ya tener que desalojar a las 23:00, mejor paso en mi casa aunque estoy cansada de ver las cuatro paredes. Aparte que no hay muchos lugares donde ir y otros son caros”, asevera la guayaquileña Shirley Guevara.

En Sauces ocurre lo mismo. El dirigente barrial Carlos Guerrero añora los días en que los negocios que encendían las noches de la ciudadela atendían sin reparos, con familias repletas, pero hoy se encierran. “La gente ya se acostumbró a no salir. Si en el día estamos pendientes de que nos asalten en la noche es peor”, puntualizó.

Y es así que la distracción se ve limitada a un café o almuerzo, mientras que el ocio nocturno grita por tener más tiempo.

La policía de turismo solo está en siete puntos

n La creciente ola delictiva obligó a que la cúpula policial haga base en Guayaquil. De eso han pasado nueve meses y hace pocas semanas se reactivó en la ciudad la Policía de Turismo, pero únicamente está presente en siete puntos: Malecón 2000, las escalinatas, Guayarte, Puerto Santa Ana, parque Centenario, el Seminario y la calle Panamá. Prácticamente está en el centro. Un centro que en la noche muere.

La teniente Thalía Rosero agregó que la función que desempeñan al menos 90 agentes, es “brindar presencia policial y ayudar a los turistas tanto nacionales como extranjeros”. Acotó que los uniformados están divididos en tres grupos de trabajo y que en el suyo hay tres uniformados que hablan inglés, francés y quichua.

“Los agentes fueron capacitados en temas relacionados con el turismo, hospitalidad, ética, seguridad, cultura, buenas prácticas y seguridad con enfoque de género”, puntualizó la uniformada.