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Escenario. ‘Mover el esqueleto’ todavía no es posible en la urbeChristian Vasconez

La farra guayaca se estanca en el rojo

Guayaquil aún no permite el baile en las discotecas como lo han aprobado otras urbes. Ya no quieren ser restobares. Dueños anhelan un pronto retorno

Quito, Santa Elena, Cuenca y Portoviejo son algunas de las ciudades ecuatorianas que ya tienen a su gente ‘zapateando’ en las discotecas. Ese escenario en la bulliciosa Guayaquil aún no es posible. El semáforo rojo sigue encendido para este segmento del ocio que se encuentra limitado al restobar, la única disposición que dio el Municipio, en 2020, para que los bares y las discotecas puedan reabrir sus puertas.

Los dueños de estos negocios, como lo ha venido contando Diario EXPRESO, se cansaron de “competir” con los restaurantes y gritan por volver a prender las noches de la ciudad con lo que saben: música en alto volumen y la pista de baile con luces multicolores para que los ‘farreros’ muevan sus caderas. A la lista se suman las vibrantes salsotecas donde, asimismo, se ha esfumado la rumba.

“Aunque como bares hemos vuelto a trabajar hasta las 02:00, el baile en la tierra caliente de Guayaquil es imposible. Solo estamos pegados a la silla y la gente ya no aguanta más”, argumenta Ernesto Vásquez, presidente de los Centros Nocturnos de la provincia del Guayas.

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Él es propietario de un bar situado en la calle 38, al suroeste, y desnuda la realidad que padece el gremio al que representa, conformado por unos 300 establecimientos de diversión nocturna y que ha sido uno de los más afectados por la pandemia.

Retrasos en el pago del alquiler, despido de trabajadores y acumulación de planillas de servicios básicos, son los martirios con los que a diario lidian los ‘motores’ de la farra guayaca. En medio de este panorama aparecen los que no soportaron y decidieron apagar los parlantes de sus discotecas para siempre. “Unos 50 han desaparecido y hay compañeros, por ejemplo, que deben hasta $ 4.000 en luz”, asevera Vásquez.

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Panorama. En la zona rosa, por ejemplo, solo funcionan nueve de 33 locales.Christian Vasconez / Expreso

Debido a esta situación, la desolación impera en aquellas zonas donde antes llegaban los jóvenes o adultos en busca de diversión. Es el caso de las salsotecas que inundaban de dinamismo a las ciudadelas Alborada y Albonor, al pie de la Benjamín Carrión, en el norte de la urbe.

Allí, ahora destacan restobares, establecimientos de venta de shawarmas, comidas rápidas, mientras que en otros están estampados los letreros de ‘Alquilo’. De los pocos negocios que quedan figuran karaokes y pequeños bares donde acuden pocos visitantes que extrañan esos días en que partían de la oficina para aterrizar a la pista de baile.

Aseo. En este local, situado en la calle Calama, sector La Mariscal, su propietaria barría los pisos y le daba los últimos brochazos a las paredes.

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Noemí Hidalgo, moradora del sector, aguarda esa fecha. “Me parece que Guayaquil debería mirar el ejemplo de Quito y de otras ciudades que ya permitieron el regreso seguro de las disco. En la metrovía la gente va pegadita. ¿Hay alguna diferencia?”, cuestiona la joven, al recordar que luego de una noche de farra, los puestos de encebollados aledaños eran la parada oficial del siguiente día.

Un escenario similar se registra en la popular zona rosa, que hoy en día ha pasado a ser llamada zona negra o gris. Los noctámbulos fueron reemplazados por oficinistas que se pasean por allí para coger el articulado de la metrovía o no les queda otra opción que sentarse a comer uno de los piqueos y, por supuesto, pegados a la silla tienen que mover los hombros.

Nicolás Vasco, presidente de los 33 negocios que se levantan en este céntrico sector a lo largo de la calle Rocafuerte, se desinfla al hablar del tema. Hace casi un mes elevó su voz, en rueda de prensa. Solicitó que la alcaldesa Cynthia Viteri autorice el retorno del baile a las disco.

Dice que los números de inoculados en el Puerto Principal son motivos para que la funcionaria analice la decisión. “Si la alcaldesa ya ha dicho que más del 70 % de los guayaquileños se vacunó, no comprendo por qué aún no permite que abramos. Con la negativa más se le da prioridad a los sitios clandestinos”, se lamenta el también propietario de la discoteca H20, que en su amplia pista no figura ni un alma, solo se ven sillas, mesas y muebles.

Aseo. En este local, situado en la calle Calama, sector La Mariscal, su propietaria barría los pisos y le daba los últimos brochazos a las paredes.

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Agrega que de los 33 establecimientos de la zona solo nueve están funcionando y, aunque sus compañeros le echan ganas subiendo el volumen a la música, no logran recuperar ese sello característico que los marcó hace años: el epicentro de las noches de farra de Guayaquil.

EXPRESO consultó al Cabildo cuáles son las razones para que todavía no se les permita a estos negocios funcionar, ya no como restobar, y si existe algún protocolo a seguir, tal y como lo han puesto en marcha las otras ciudades del país. Hasta el cierre de esta nota las respuestas no llegaron.

Javier Sims, quien fue dueño de la salsoteca Capitán, espera que llegue el momento en que la autoridad dé luz verde a la farra. Él no pudo continuar pagando 500 dólares de arriendo y ahora dedica su tiempo a administrar un cangrejal.

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Pedido. Hay dueños que solicitan funcionar hasta las 04:00.Christian Vasconez / Expreso

Así como él, asegura que están muchos colegas. También aguarda esa fecha y que esto estimule a una verdadera reactivación. “No es justo, quieren reavivar todo, pero a nosotros nada. Habría incluso que extender la atención hasta las 04:00. Esperemos a ver qué pasa...”, se esperanza el administrador.