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Pese a la insistencia de las autoridades por alejar un cuerpo de otro. En centros de diálisis, aún con riesgo los pacientes se agrupan para recibir su diálisis.Cortesía

Coronavirus: renales entre el contagio, la desatención y la resignación

Hay pacientes y doctores con coronavirus en centros de diálisis. El personal trabaja sin paga ni protección.  Los enfermos se hacinan para atenderse.

Andrea (nombre protegido) se había convencido a sí misma de que la tos y fiebre que sentían la última semana algunos pacientes renales y personal médico del centro de diálisis donde ella es enfermera no era más que una gripe. Fue hasta la tarde del pasado lunes, cuando vio agonizar a un paciente renal en la sala de espera de diálisis por un problema respiratorio, que lo confirmó: “Estamos expuestos al coronavirus”.

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Ser un paciente renal en medio de la pandemia es una sentencia, secunda Martha, quien tampoco quiere revelar su nombre porque teme que no le sigan haciendo diálisis. “Si no nos mata la COVID-19, lo harán las toxinas de nuestro cuerpo por no hacernos la diálisis”, explica a EXPRESO.

Cristina Freire, vocera de 15 centros de diálisis de las zonas 4, 5, 7 y 8, lo confirma. Más de 100 empleados administrativos y de salud de estas unidades de diálisis resultaron positivos con el virus. En esa lista, fallecido por COVID-19, está el director de Surmedial, Julio León, asegura la representante.

Además, según Freire, solo en esta última semana, entre 80 y 100 pacientes han muerto en ocho centros de diálisis de las provincias de Guayas, Los Ríos, Esmeraldas y Manabí. “Algunos por la dificultad de acceder al tratamiento renal, y otros, por haber sido contagiados de coronavirus”, explica.

Shrirley Machado, jefa de enfermeras de un centro de diálisis en Guayaquil, opina que esos datos reflejan la precariedad a la que han sido sometidos los pacientes renales y el personal médico que los atiende, durante la emergencia sanitaria que vive Ecuador.

No es un secreto que el Gobierno no ha pagado a centros renales. No tenemos para protegernos. Estamos trabajando simplemente con una bata desechable y con mascarilla quirúrgica. Nosotros nos exponemos. Hay pacientes que tienen temor a que no se los dialice, ocultan los síntomas

Shrirley Machado, jefa de enfermeras de un centro de diálisis en Guayaquil

EXPRESO, al no tener respuesta del Ministerio de Salud Pública en sus últimos reportajes, gestionó a través de la Secretaría Nacional de Comunicación, preguntas al ministro de Salud, Juan Zevallos, para que fueran respondidas durante la cadena del lunes 6 de marzo. Sin embargo, las preguntas no fueron efectuadas.

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A Zevallos se le consultó si acaso la emergencia de salud en el país provocará la desatención de pacientes con enfermedades catastróficas, cuándo pagarán a los centros y qué gestión realiza dicha cartera para evitar que estos pacientes adquieran la COVID-19.

En los casos que han sido detectados, se ha hecho un triaje para que no haya contaminación, explica. “Se ha tratado de aplacar algunos síntomas, porque siempre nos dicen que en los hospitales no los quieren recibir”, agrega.

El riesgo de contagio aumenta con el hacinamiento, dice Martha. “Estoy muy preocupada porque mis compañeros se están muriendo. Estamos todos hacinados. Me toca poner los pies encima de mi compañero. A mi compañero que está al lado mío, lo veo muy decaído, tenía fiebre. Solo un milagro podría salvarnos”, explica.

También se queja de la falta de insumos, aunque, asegura, ella ha tomado sus propias medidas. “Yo traigo mi alcohol y desinfecto mi silla, traigo una sábana y me cubro con eso como puedo. Veo que las enfermeras no tienen los implementos necesarios. Algunas ya se han retirado. Me di cuenta porque los conozco a todos. De las cinco que atienden en mi turno, solo quedó una”, menciona.

La dificultad a la que se enfrentan los centros de diálisis, es principalmente económica, sostiene Freire. Ella asegura que el Gobierno adeuda más de $ 3 millones a los centros de diálisis Dialycen, Cenagsa, Surmedial, Inridi (zona 8), y Metrodial y Renalcentro (zona 4), que corresponde al pago de los meses de julio, agosto y septiembre. Sin contar otros seis meses de servicio que aún no han sido facturados por el Ministerio de Salud Pública (MSP), agrega.

Sin embargo, a nivel nacional esa cifra es aún mayor. Según recogió este Diario el pasado 13 de enero. Hasta esa fecha, el Estado adeudaba $ 160 millones a 90 establecimientos de este tipo de tratamiento en el país. Eso significa una afectación a más de 14.500 pacientes.

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Con un porcentaje de ausentismo laboral médico del 50 %, según Freire; personal contagiado, falta de insumos y dinero para realizar diálisis, la decisión ha sido reducir los tiempos de tratamiento, explica Dorita García, representante de pacientes renales del Ecuador.

Les van a hacer solo dos veces por semana, pero eso es matarlos. Si con las tres veces por semana el paciente debe ser muy cuidadoso en la comida y líquidos; y puede vivir hasta 25 años. Con dos diálisis semanales es suicidio porque no se sabe cuánto va a durar esta emergencia”, manifiesta.