Un profesor a domicilio a cambio de almuerzos y meriendas

  Guayaquil

Un profesor a domicilio a cambio de almuerzos y meriendas

Personaje de la Semana: Daniel Lara es un guayaquileño que impone el 'trueque del conocimiento' para salir de la crisis. Por ahora da clases de matemáticas, física, inglés y música, a cambio de comida

CHICO
Daniel Lara, profesor particular de música y de matemática e inglés.VALENTINA ENCALADA/EXPRESO

Guayacos es una sección en la que contamos historias de los habitantes de Guayaquil, vidas que alimentan y hacen más rica esta ciudad. Relatos que ayudan a conocer mejor la madera de la que están hechos.

No cabe duda que la pandemia del coronavirus ha puesto a millones de personas a prueba. En Guayaquil, hay quienes cada día, por los estragos que va dejando la enfermedad, reinventan sus oficios, emprendimientos y hasta descubren habilidades que pensaron no tener.

La idea de sobrevivir sin un salario, pero poniendo en ejecución sus talentos, sin pedir algo prestado o donado, sino que incentive a las familias a compartir.

¿Cómo es posible? Daniel Lara, de 25 años de edad, sabe cómo hacerlo. Después de que la COVID-19 aterrizara en la urbe porteña, ocasionando muertes colectivas y que sus tentáculos golpearan la economía de miles de familias, este guayaquileño trazó un plan, que se remonta a una antigua forma de intercambio: el trueque.

Cansado de esperar cada mañana -con su guitarra en las manos y sus conocimientos frescos de matemáticas, física, inglés y música- un pedido de clase a domicilio; y consciente de que los ahorros que guardaba entre los bolsillos de su mochila y cajones de la cómoda de su habitación, eran cada vez menos, se le ocurrió cobrar sus enseñanzas ya no con dinero, sino con almuerzos y meriendas.

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“Depende de la hora. Si la clase la doy en la tarde, entonces pido de paga un almuerzo y si es en la noche, pues pido una merienda”, explica a EXPRESO

El sol empieza a ocultarse y Daniel está sentado en una silla de hierro instalada en uno de los pasillos de su ciudadela Martha de Roldós, en el norte de Guayaquil. Asimismo, está con la guitarra en la mano, viste su típica boina negra, camisa, pantalones y zapatos del mismo color, pero esta vez sí tiene una sonrisa en el rostro, pues en pocas horas debe atender un pedido.

“Decidí dar clases a cambio de comida preparada, después de que mis publicaciones donde pedía una retribución monetaria por enseñar -ni siquiera cobrando lo más barato que podía-, no tuvieran respuestas. Entonces se me ocurrió pedir a cambio algo que la gran mayoría de los clientes me podía ofrecer: un plato de comida”, detalla.

Es que además, Daniel analizó que por el coronavirus la situación iría de mal en peor y que en lugar de esperar a que las aguas se calmen, tenía que reiventarse. Pues solo hasta junio pasado cerca de 700.000 personas se quedaron sin empleo en Ecuador, a causa del virus, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y, Daniel quería otra suerte.

Este joven de contextura delgada y mirada serena, ya daba clases particulares antes de la pandemia, de hecho, ese ha sido su oficio desde que tenía 13 años de edad. Siempre en la escuela y en el colegio destacó por sus habilidades con los números, asignaturas que complementa con sus estudios de ingeniería electrónica en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) de Guayaquil, que aún no culmina. En las aulas de clases también recibió bases de inglés y de instrumentos musicales, pero, destaca que fue por su empuje de autodidacta que aprendió a manejarlos bien.

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Con una tranquilidad que casi llega a la timidez, pero que es muestra de su paciencia, otra herramienta importante en su labor, menciona, que desde que reinventó la forma de su pago, los pedidos le llueven.

Al día tiene más de tres clientes, y por ende más comida de la que necesita. Es que, en realidad, enfatiza, son muchas familias las interesadas en sus clases. Además de las materias mencionadas, enseña a tocar instrumentos musicales como la guitarra, violín y piano. Los estudiantes son personas de entre 15 a 30 años de edad.

Aprendió a tocar los instrumentos, analizando a los músicos y viendo vídeos en Internet.

Ahora, si bien no se considera un experto impartiendo cátedra, sí se califica como un buen maestro. La idea del trueque la ha venido trabajando desde hace un mes. Pero ejecutando la acción, solo lleva dos semanas y media. “Las clases que más piden las personas son de inglés, matemáticas y violín”, precisa.

¿Cómo se le ocurrió hacer un trueque?

Todo ocurrió una tarde mientras revisaba las redes sociales en busca de una luz que lo guiará a reinventar su trabajo. Después de promocionar sus clases en Facebook, profundizó en ese mundo de conexiones y observó que habían grupos que intercambiaban productos por productos, como ropa y alimentos enlatados. Entonces el foco que no sabía como prender se le iluminó. “Tomé esa idea y la adapté al servicio que yo ofrezco”, cuenta.

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Creó una página en Facebook donde publicó las clases que imparte, su número de teléfono y la forma de pago: con almuerzos y meriendas. A los pocos minutos, recuerda, ya tuvo a su primer estudiante, luego dos más, tres...

 “La oferta inicial la hice para todos los sectores de Guayaquil, pero la mayoría de clientes son de las ciudadelas del norte, muchos de ellos además, me ayudan cubriendo los pasajes de los buses para ir y regresar a casa”, añade.

Esta idea, aunque no le resulta rentable monetariamente, admite, le ha venido bien para empezar. Es que como un muchacho soltero, que aún vive con sus padres y dos hermanos menores, más que aportar a la economía de la casa, dice que lo urgente es eximir a su familia de mantenerlo en todas las vías.

Pero este es solo el inicio de su proyecto, dice Daniel. Quiere continuar con los trueques, pero, más adelante en lugar de comida, pedirá ropa, alimentos perecederos y no perecederos y hasta movilizaciones.

El trabajo, empeño y acción de este guayaquileño son reconocidos por sus amigos y vecinos. “Él es un ejemplo a seguir para el resto de chicos de aquí del barrio. No solo es buen profesor, sino un buen amigo y una buena persona”, destaca Daniela Palacios, su amiga.

CAMPAÑA

Ahora también usa Instagram y YouTube para hacer los comunicados de su emprendimiento educativo. “Actualmente estoy trabajando en una campaña donde pueda ayudar a más personas es situaciones como la mía, porque me han salido tantos clientes y cada vez más, que ya no puedo abarcar todo solo”, destaca.

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A esta campaña la ha llamado 'Trueque del Conocimiento', y través de ella intenta contactar a docentes que den clases particulares a domicilio y cuya acción se haya visto afectada por la pandemia, para que se sumen a esta iniciativa. Y así servir de puente entre quienes necesiten recibir clase y quienes requieran alimentos.

“Creo que uno debe enfocarse en lo que es excepcionalmente bueno y dar clases es algo que hago desde la mitad de mi vida. Sé cómo manejarlo, se me es fácil, por eso no podía ni quería buscar un nuevo trabajo. Esa fue mi visión”, narra mientras alza su mirada al cielo y ve cómo el sol empieza a ocultarse, toma su guitarra para perderse entre los callejones de su barrio, dar con la avenida principal, tomar un bus y atender un pedido en el norte de la ciudad.

Si sabes de un personaje de tu barrio que todo el mundo debería conocer, escribe a lopezk@granasa.com.ec