Tarrinas de comida, botellas plásticas, animales muertos, excremento, restos de muebles, ropa... La lista es larga de los desechos que han quedado impregnados en un ramal del estero del Lagarto, una ramificación del estero Cobina y del Salado que se desprende del Golfo de Guayaquil que, en algunos sectores de la ciudad, han provocado la contaminación del manglar y, en consecuencia, un grave perjuicio a la flora y fauna.

Los habitantes de las cooperativas Pablo Neruda, Primero de Mayo y 25 de Julio, en el Guasmo, son conscientes del daño ambiental que causaron no solo las invasiones que estrangularon a esa parte del estero, sino la basura que se arroja y acumula en ese sector; y que es visible desde un malecón deteriorado, utilizando sus jardineras como quemadero de basura y dormitorio de chamberos o consumidores de drogas.

“Esto antes era hermoso. Un paraíso. Venía desde las Esclusas... pero eso lo invadieron y desapareció el estero de ese lado. Ahí ‘murió’, donde pasa la metro”, recuerda Luis Vélez, quien habita en la Primero de Mayo, la última cooperativa de vivienda que hasta hace unas décadas fue testigo de cómo se fue muriendo el manglar en esa zona, sin que alguna autoridad lo evite.

Para la ciudadanía, la indiferencia de la autoridad es un factor clave para que la contaminación se vaya haciendo todavía más visible, a tal punto de convertirse en la mancha de Guayaquil.

¿Qué ha hecho el Municipio o las autoridades de Ambiente para proteger esas áreas y evitar esa contaminación en el Golfo de Guayaquil y manglares de los esteros? Es lo que preguntó EXPRESO a las entidades. Hasta el cierre de esta edición, el Cabildo no dio respuestas.

Como estrategia para la conservación de los manglares, el Ministerio de Ambiente detalla que Ecuador cuenta con los Acuerdos de Uso Sostenible y Custodia del Ecosistema de Manglar, de los cuales se han otorgado 63 a usuarios como: comunas, pueblos y nacionalidades; protegiendo de esta manera 75. 529 hectáreas de manglar. En Guayas existen 26 acuerdos otorgados y 3 en trámite, lo que da un total de 57.698 hectáreas.

De manera general, explica la entidad, aquellas zonas de manglar más cercanas a Guayaquil son las que retienen mayor cantidad de basura entre sus raíces.

“Mientras más cerca está de una ciudad o alguna empresa grande, mayor contaminación”, determina Ambiente, al mencionar que no se podría definir un punto de mayor contaminación por basura en las comunas ubicadas a lo largo del Golfo y donde realizan actividades constantes de limpieza. Estos lugares habitados, sea en alguna isla, islote o en la ribera del Guayas, están influenciados por las corrientes y mareas que acarrean desechos desde otros puntos lejanos a las zonas de manglar. Y, según la autoridad ambiental, estas zonas, en especial aquellas pertenecientes a Guayaquil, no cuentan en su totalidad con un programa constante de recolección de desechos sólidos, por lo que es necesario que la ciudadanía tome conciencia de la correcta disposición de los basura, que en muchos casos se depositan en las calles o en el agua.

Roberto Mariscal es testigo de esa contaminación que sufre el estero Salado. A diario llena 150 sacos de desechos como: tarrinas, botellas, excremento, fundas plásticas. “Todo eso que hace daño al manglar, a la fauna y a nosotros mismos”, reconoce.

Un trabajo duro para Mariscal y los 70 paqueteadores con los que cuenta Visolit S.A. (encargada de la limpieza del Salado), como parte del personal que trabaja en 540 hectáreas de espejo de agua, con sus riberas incluidas; y que abarca la zona norte desde Urdenor en un tramo y vía a Daule (Mi Comisariato) por el otro, hasta el sur, por La Fragata, detalla Ricardo Seminario, gerente general de la empresa.

El 80 % de la producción, especifica, se saca mediante sacos que se recogen de las riberas del estero, mientras que el otro 20% son los desechos que están en el espejo de agua, lo que genera una producción diaria de más de 30 toneladas. En invierno hay más basura, especialmente en áreas más conflictivas y de mayor trabajo, ubicadas en el sur, en las terminaciones de los esteros Puerto Lisa y Mogollón.

Pero para la comunidad, la culpa de lo que pasa en estos puntos no recae solo de la población. “¿Dónde está la educación ambiental? ¿Quién viene a ver qué tenemos o nos hace falta como territorio? Estamos llenos de carencia, jamás somos tomados en cuenta. Fácil es decir ‘los culpables son ustedes’. Todo el Salado está contaminado. La remediación no ha llegado nunca. En el río y todo el estero flota la basura sin que a nadie, hablo de los funcionarios, les importe”, se quejó Adrián Moreno, habitante de la zona.