Todas las mañanas, Kember Beltrán Méndez, de 15 años, le pide la bendición a su mamá, Martha, para salir de su casa y dirigirse a una pequeña cancha de uso múltiple ubicada en el sector Vinicio Yagual 2, en la parroquia José Luis Tamayo del cantón Salinas. Allí el adolescente cumple su tarea de entrenamiento físico a diario.

Quienes lo conocen le gritan “dale campeón”. Es ahí cuando el muchacho une sus dos manos y le hace reverencia para contestar el saludo. Kember es tricampeón nacional de karate do, logro conseguido de manera consecutiva desde el 2017 al 2019 al representar a Santa Elena como seleccionado juvenil.

Los triunfos de este chico vienen desde los 8 años, cuando por primera vez participó en un campeonato infantil organizado por la Federación Deportiva Provincial de la Península, del que fue ganador absoluto y sorprendió a los dirigentes locales por su gran técnica.

Su padre de crianza, Jorge Vargas, militar retirado, al ver las destrezas del pequeño se motivó y desde entonces se convirtió en su entrenador. Ya cuando Kember cumplió 12 años empezó a participar a nivel nacional. “La primera vez que competí con los seleccionados de otras provincias gané la medalla de bronce”, recuerda emocionado. Un año más tarde (2018) el peninsular se convirtió en el mejor karateca del país en la categoría juvenil, título que hasta ahora no afloja y que lo ha llevado a representar a Ecuador en el exterior, como cuando fue quinto en el Panamericano de Brasil o cuando fue vicecampeón en el Sudamericano 2019, en Bolivia.

“Aún tengo mucho por aprender, por eso practico todos los días. A mi entrenador lo quiero como un padre, por eso sigo todos sus consejos. Ahora mi mente está en ganar los Juegos de la Juventud, que se desarrollarán en el 2021 en Bolivia; estoy convencido que conseguiré el título”, señaló Kember.

Sin embargo, el camino no ha sido fácil. Por la falta de recursos económicos, cuando le toca competir a nivel internacional, Beltrán debe hacer colecta para cubrir los gastos que el viaje demanda, aunque reconoce que la Secretaría del Deporte cubre ciertos gastos.

Para que todo valga la pena, Kember cree ciegamente que el efecto del karate debe ser multiplicador, de ahí que si bien entrena por las mañanas, se da tiempo para competir con sus hermanos, quienes siguen sus pasos; además, enseña a un grupo de chicos de su barrio, y ya por las tardes se concentra con su entrenador para analizar las estrategias técnicas que le servirán enfrentar a sus rivales.

“Mi hijo desde cuando estaba en el vientre ya era karateca. Me daba unas patadas bien fuertes, es un joven extraordinario, toda la familia lo quiere mucho”, comentó con orgullo su progenitora Martha, mientras Kember mostraba la gran cantidad de medallas y trofeos que ha obtenido.

Los hermanos del campeón también practican el karate do, por lo que con su experiencia han formado una escuela de este deporte para enseñar a los pequeños del sector, algo que el entrenador Jorge Vargas apoya y motiva. “Estoy seguro que Kember logrará en corto tiempo estar entre los más importantes competidores a nivel del mundo; tiene muchas ganas de seguir triunfando”, resaltó Vargas.