La relación de un padre con su hijo se fortalece desde la infancia
Las enseñanzas y las correcciones que un padre hace a tiempo son perdurables en la vida de su hijoPixabay

Los padres no son amigos

La relación entre ambos debe estar basada en el respeto y en el establecimiento de límites de parte del progenitor

Existen padres que, con genuino orgullo, anuncian ser amigos de sus hijos.

Efectivamente, existen muchas historias de padres e hijos que, con el pasar de los años, han desarrollado un vínculo muy íntimo de cariño, respeto, apoyo y guía. Pero aquello no sucedió sin haber antes, forjado bien el camino.

Llegar a ese punto de apego sano ha requerido de mucho cuidado y buen criterio al momento de criar, lo cual en muchos casos representó negar unos cuantos permisos y aguantar caras largas por varios días.

Cuando los papás abdican ante su rol, lo que dejan es un huérfano emocional.

Existen momentos críticos en la vida de nuestros hijos, como por ejemplo la adolescencia, en donde el que “adolece” necesita de bastante empatía por parte de su familia, a la vez que de firmeza que lo ayude a tomar el buen camino, aunque en algunas oportunidades, esto suceda muy a su pesar.

Los padres que abdican de su función de educadores  para la vida y  pasan a  convertirse  en -solo- amigos de sus hijos, curiosamente son quienes menos se divierten luego. Son quienes más reproches y cuestionamientos reciben a futuro. - ¿Por qué no me enseñaste?, - ¿Por qué no me lo impediste?

Son los mismos que luego, cuando buscan ayuda, no saben explicar cómo, cuándo ni por qué, la situación se les fue tan estrepitosamente de las manos. Si sus intenciones siempre fueron buenas, si el amor siempre estuvo presente.

Un amigo es un apoyo en momentos de dificultad, pero también es un compinche de travesuras.

Un niño puede tener muchos amigos a lo largo de su vida, los cuales con el paso del tiempo sabrá ir seleccionando con cierto criterio y a quienes en determinado momento dejará ir, ya sea porque perdieron afinidad o los círculos sociales cambiaron. Pero los padres no tienen sustituto. Cuando un padre abdica ante su rol, lo que deja es un huérfano emocional.

Un padre a carta cabal no delega sus funciones, no ‘arruga’ cuando el deber llama; ejercerá su rol aun cuando aquello represente sentir que se le encoge el corazón luego de hacer un llamado de atención, así como también sabrá que los pucheros y ceños fruncidos son pasajeros y que las buenas enseñanzas, así como las correcciones hechas a tiempo son perdurables. Son su legado.

¿Qué legado estamos dejando a nuestros hijos?