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Mente positiva: Rumbo a ser un mejor ser humano

Ser una buena persona no significa ser perfecto ni un filántropo reconocido. Cada acto de nuestra vida puede demostrar bondad y amor

La ruta hacia una vida más armónica empieza con actos simples.
La ruta hacia una vida más armónica empieza con actos simples.pixabay

¿Es usted un buen ser humano? Cuando pensamos en una buena persona nos dibujamos la idea de un filántropo altruista que dedica su vida entera a ayudar a los más necesitados. Puede que pensemos en Gandhi, el Dalai Lama o la Madre Teresa de Calcuta. Esas ideas, sin embargo, son lejanas y no aterrizan en la cotidianidad.

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Hoy quiero decirles que todos podemos ser buenos seres humanos aunque no hayamos hecho los sacrificios de las personas que mencioné. No se necesitan grandes esfuerzos para hacer el bien para nosotros y para la comunidad.

Son las pequeñas cosas las que demuestran bondad. La próxima vez que salga a la calle, por ejemplo, ceda el paso si está conduciendo, deje que el ciclista cruce la calle y no pite exageradamente si un vehículo que va delante suyo tarda más de lo necesario. Recordemos que puede ser una persona de la tercera edad que maneja con precaución o un conductor novato. Todos fuimos principiantes y, en el primer caso, todos seremos mayores.

Diga por favor y gracias al hacer un trámite. No grite si la cajera del banco no va a la velocidad que usted espera. Piense que ella hace lo mejor que puede y tiene que lidiar con problemas como los suyos o como los míos.

Se trata de empatizar con los demás y entender que debemos tratar al otro como nos gustaría que nos traten a nosotros. Ponerse en el lugar del vendedor, el encargado de atención al cliente, el ciclista o el conductor es un excelente ejercicio para dejar la agresividad y ser amables. En otras palabras, para ser un buen ser humano.

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Si resulta difícil ponerse en los zapatos del otro propongo un ejercicio. Pensemos en nuestros seres queridos. Definitivamente no nos gustaría que alguien trate mal a nuestros padres cuando conducen o a nuestros hermanos en su lugar de trabajo. No toleraríamos que alguien atente contra la vida de nuestros hijos si van en bicicleta.

Lo mismo pasa con las personas con las que interactuamos diariamente. Son hijos, hermanos, padres y familiares de alguien más.

La próxima vez que salgamos a la calle, o incluso en casa, tratamos de ser mejores seres humanos recordando que todos buscamos lo mismo: ser felices en un mundo complejo.