Sentirse feliz todo el tiempo es imposible. La vida, la rutina y los problemas nos afectan en algún punto del día. Lidiar con esos momentos no es sencillo, sobre todo, si nos dejamos llevar por otros factores desagradables.

En algún punto de nuestra existencia, todos hemos deseado ser queridos y admirados por otros. Es naturaleza humana que se arrastra desde la época de las cavernas. Queremos que los demás nos miren con agrado pero eso no siempre es posible. A veces -y ese a veces es más común de lo que creemos- hay personas a las que simplemente no les agradamos.

Puede que sea algo tan superficial como nuestro aspecto o algo más profundo como nuestros valores y principios, siempre habrá alguien al que no le resultamos 'simpáticos'.

¿Eso está mal? No. Si nuestro comportamiento no busca dañar o afectar a alguien de forma intencional todo está bien.

Lo grave ocurre cuando dejamos que las críticas y señalamientos externos nos afecten y contribuyan a nuestro ya complejo día a día. Lidiar con el mundo actual es difícil y empeora cuando otros nos hacen sentir mal.

El pensador minimalista Leo Babauta tiene una recomendación para evitar que los comentarios del entorno nos golpeen. No importa si es un mensaje en redes sociales, una discusión en casa, un pleito mientras conducimos o en el trabajo, la dicha no viene de otras personas sino del interior.

“Si no le gustas a alguien más, tu vida no está arruinada. Puedes ser feliz saliendo a caminar, leyendo un libro, escribiendo una novela, haciendo ejercicio, tumbado en la hierba, viendo la puesta de sol. Puedes ser feliz contigo mismo”, afirma Babauta.

Las críticas de los demás pueden ser positivas si nos invitan a mejorar pero, en ningún caso, son una sentencia que determina nuestro estado de ánimo. Es un comentario, nada más.

Leo Babauta, en sus múltiples textos y artículos digitales, invita a que sus lectores aprecien lo que tienen y sientan la dicha interna que produce estar en paz y llevar una vida armoniosa. “Encuentra lo bueno en cada cosa, incluso en ti mismo”, finaliza el escritor.