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Jessica Velasco: identidad, diseño, cultura

Agrónoma de profesión, la guatemalteca se destaca en las pasarelas con creaciones que rescatan el patrimonio cultural de Latinoamérica.

Jessica Velasco, diseñadora guatemalteca
Jessica Velasco.Cortesía Soledad Rosales

Jessica o Jessie, como le dicen sus amigos, me recibe con doble mascarilla. Afortunadamente acaba relajándose y pronto entablamos una rica y simpática conversación sobre su vida y trayectoria mientras me pruebo ¡todos sus diseños! Cada una de sus piezas es simplemente fabulosa. “Tengo muchas clientes de Samborondón que aprecian lo que hago porque es único e irrepetible. Mi trabajo es para quien busca estar a la moda y, al mismo tiempo, llevar puesto un diseño con historia y cultura”.

Mientras comparto su universo creativo en su casa ubicada en el valle de Tumbaco, cuenta, un tanto consternada, que una parte de sus diseños fue robada en una tienda días atrás. “Parece que les encantaron mis cosas, porque fui la más perjudicada”, y se ríe. Acaso una suerte de consuelo ante el desdichado evento. Pero su producción no se detiene. En constante creación, se ayuda con un par de costureras que la apoyan en la empresa de diseño que creó desde su llegada a Ecuador hace ocho años.

Un cambio en el destino

Proveniente de Malacatán, un pueblo costero de Guatemala, creció en una finca de café y ganado junto a sus padres. Hija única, se tituló como ingeniera agrónoma, nada más y nada menos que en la Zamorano, una de las más prestigiosas universidades agrónomas del mundo, donde las mujeres son minoría. La vena del amor hacia el campo se impuso.

Sin imaginar el destino que le deparaba, su formación se completó en Estados Unidos al obtener dos maestrías, una en Ciencia y Producción Animal y otra en Recursos Humanos y Relaciones Laborales (Universidad de Illinois en Urbana Champaign). Fue ahí donde conoció a Carlos Suárez, su esposo, con quien formó un hogar, primero en Chicago y luego en Ecuador, donde decidieron radicarse para criar a sus dos hijos. “Guatemala lamentablemente es un país muy inseguro para vivir… y aquí no fue difícil adaptarme porque es muy parecido a mi país. Tuve la suerte de conocer rápidamente personas y amigos de gran corazón que hasta el día de hoy han llenado ese vacío de familia. Mi madre está encargada de la marca en Guatemala, donde trabaja con tres costureras. Es un gran apoyo en mi vida”, cuenta.

Mis diseños son para quienes buscan estar a la moda y, al mismo tiempo, llevar puesto un poco de historia y cultura

Al rescate de la cultura

Al establecerse en el país empezó la búsqueda de su propio espacio, donde pudiese crecer y mantenerse activa profesionalmente. Con dos hijos pequeños debió aceptar que trabajar en el campo no era una opción, pues su hogar es innegociable. “¡¿Cómo iba a ir a Machachi a trabajar?!”. Así descubrió que, a través de los tejidos de su natal Guatemala, su primera referencia, podía tener oportunidad destacando su identidad. Fue más allá y amplió la propuesta con los textiles otavalos y de otros países latinoamericanos como Perú, Bolivia, Panamá y México. Tomó cursos básicos de costura y fue creando una cadena de producción con artesanos locales y foráneos para establecer el proyecto. “Siempre me gustó la moda, desde pequeña. Guatemala es un país multicultural, multiétnico, con casi la mitad de su población indígena. Cada región tiene sus propias costumbres, lengua y trajes étnicos que se diferencian unos de otros. Crecí rodeada de esta realidad y siempre me gustaron los colores y la variedad de trajes. La materia prima son diseños étnicos propios de los artesanos (sin modificación), que transformo en piezas modernas. La identidad es de cada región, yo solo los transformo”.

Sin duda la diseñadora encontró un nicho en la industria de la moda, que ha sabido explotar con respeto y admiración hacia la cultura latinoamericana, sobre todo la de su país, dueña de un amplio patrimonio en cuanto a tejidos, pues cada una de sus regiones se distingue en color, tipología y significado. De hecho, este arte guatemalteco viene desde la época de los mayas, que elaboraban la indumentaria por medio del telar de cintura. Las tejedoras del país son fieles a la tradición, que traspasan de generación en generación, por lo que forman parte intrínseca de su cultura.

Al emprender en esta aventura del diseño, Jessica ha logrado visibilizar su marca en la industria con esta propuesta fresca, original y moderna que rescata el acento étnico de la región. “Busco promover la cultura, el trabajo textil de nuestros artesanos, con la técnica y estética que encierra el arte de la moda. Mis creaciones fomentan la riqueza cultural con la tradición y evolución textil, con diseños únicos y vanguardistas hechos a mano”. Y aunque a veces no es fácil romper esquemas mentales conservadores, Jessica siempre avanza y rompe prejuicios. Sus diseños también se venden en Estados Unidos, Europa y toda la región. “Jessica Velasco, como marca, surge de un sueño, una inspiración”.

Entre sus creaciones se suman abrigos, chaquetas, chalecos, ponchos, pantalones, faldas, blusas, cinturones y fajas. Además, cuenta con una colección de carteras casuales de colgar cruzadas y messenger, también bordadas a mano y todas únicas. El ‘huipil’ procede de Guatemala (en muchas ocasiones es su madre quien lo trae a Quito en sus frecuentes visitas) y aquí es donde Jessie lo corta, ensambla y fabrica según los pedidos e imaginación.

Diseños de Jessica Velasco
Los diseños de Jessica están impregnados de historia y cultura. fotos cortesía Sergio Camargo

“La mayoría de prendas tienen textiles y bordados muy coloridos de algodón o seda. El resultado final es una mezcla de nuestra cultura ancestral con enfoque vanguardista”.

Las prendas de Jessica Velasco se han expuesto en varias colecciones como ‘Color’, ‘Warmi’, y ‘Sumaq’, hechas netamente con producción y concepto ecuatorianos. Además, se suman minicolecciones con textiles de México, Panamá y Perú. Actualmente está desarrollando una nueva colección que la mantiene ocupada y no puede ocultar su emoción, porque por primera vez el concepto se centra en su amada Guatemala.

A sus 40 años, pasa temporadas en su finca en Malacatán en compañía de su familia, donde se conecta con sus raíces y la tierra que la vio nacer. Reconoce que es una mujer bendecida y que este tiempo de pandemia por el COVID-19 ha sido el más duro que ha atravesado: “Cerraron varias galerías y boutiques y no fue fácil para los diseñadores en general. Pero mis creaciones pueden encontrarse en The Designers Society y Olga Fisch Folklore en Quito y venta online”.

Y adivinen quién salió de esta entrevista con una bolsa gigante...

Cara a cara

¿Qué significa para usted ser de Guatemala?

Ser guatemalteca es mi esencia, mi raíz, mi yo, mi todo. Extraño a mis papás, mi familia, mi pueblo, mi comida… extraño esa vida sencilla y de campo.

¿Ha cumplido sus metas en Ecuador?

Quería poder estar en casa para mis hijos y al mismo tiempo trabajar y cumplir un sueño. Y lo he logrado.

¿Cómo es Jessica Velasco en su rol de madre?

Es mi mayor bendición y sueño cumplido. Mis hijos son mi vida entera, mi familia es mi felicidad. Gracias al apoyo de mi esposo, hijos y padres he podido cumplir este sueño de trabajar desde casa y estar para mis hijos al mismo tiempo.

¿Sus deseos como diseñadora?

Mi deseo y objetivo es poder abrir nuevos nichos de mercado en otros países, Estados Unidos y Europa, donde el público valora grandemente el trabajo hecho a mano con valor cultural e historia.