Epilepsia
La epilepsia afecta a hombres y mujeres sin importar raza o condición socialInternet

En el Día Mundial de la Epilepsia ¿Cómo actuar ante una crisis?

En el mundo, cerca de 50 millones de personas padecen esta enfermedad rodeada de prejuicios y discriminación social

¿Alguna vez en su vida ha visto a una persona que de repente se desmaya y empieza a convulsionar: su cuerpo tiembla, pierde saliva o se muerde la lengua? Probablemente sufre de epilepsia. Un trastorno del sistema nervioso central (neurológico) que se presenta cuando la actividad cerebral se vuelve anormal, "lo que provoca convulsiones o períodos de comportamientos inusuales, y a veces, pérdida de la conciencia", refiere Sandra Marcela Castellanos, médico cirujana especialista y magíster en Epidemiología, quien comparte datos importantes sobre esta enfermedad.

En Ecuador, más de 300.000 ecuatorianos han presentado una crisis convulsiva, de los cuales aproximadamente 150.000 padecen epilepsia. "La convulsión es un síntoma y la epilepsia una enfermedad; por ejemplo un niño con fiebre puede convulsionar por la subida de temperatura pero no significa que sea epiléptico".

Es el médico quien, ante la primera convulsión, y previo exámenes cerebrales, determinará si tiene una enfermedad aguda o epilepsia.

La predisposición genética y padecer algún tipo de anomalía o lesión cerebral (debido a accidentes de tránsito) son algunas de las causas más habituales de este padecimiento que afecta por igual a hombres y mujeres.

Se la trata con medicamentos que, en la mayoría de los casos, permiten atenuar las descargas eléctricas anormales. Los casos que no responden a estas terapias, puede valorarse con cirugía, dispositivos, dieta cetogénica y otras terapias.

A mayor número de convulsiones mayor daño cerebral que puede ocasionar desde alteraciones de la memoria o psicológicas (que van a limitar su derecho a la educación o al trabajo) hasta demencia.

Dra. Sandra Marcela Castellanos, cirujana y magister en Epidemiología

El estigma

La discriminación y la estigmatización social que suelen rodear la epilepsia son a menudo más difíciles de vencer que las propias convulsiones. "Estas personas pueden ser objeto de prejuicios, al punto que los afectados no busquen tratamiento para evitar que se los relacione con la misma", enfatiza la doctora Castellanos.

La expectativa de vida va a depender de la calidad del tratamiento. 

Saber cómo actuar ante una crisis convulsiva puede ser de gran ayuda para el paciente

Ante una crisis convulsiva, ¿qué hacer?

  • 1. No sujetar al paciente con fuerza ni sacudirlo para que reaccione; proteger su cabeza y retirar los objetos con los que se pueda hacer daño.

  • 2. Colocarlo de lado izquierdo, una vez que ha pasado la crisis, siempre que sea posible.

  • 3. Nunca introducir nada en la boca, ni intentar administrar medicamentos.

  • 4. No dejarlo solo, acompañarlo hasta que recobre el conocimiento. Cuando se recupere estará confundido y no recordará por lo que pasó.

  • 5. Controlar el tiempo que dura la crisis, si es más de 5 minutos, llamar a urgencias.
Crisis epilética
Mantener la tranquilidad es fundamental ante una convulsiónInternet

Señales de alerta

  • Confusión temporal
  • Episodios de ausencias
  • Movimientos espasmódicos incontrolables de brazos y piernas
  • Pérdida del conocimiento o conciencia
  • Síntomas psíquicos, como miedo, ansiedad o déjà vu.

Las manifestaciones van a variar según el tipo de convulsión (focal o generalizada).

Secuelas de las convulsiones:

Cuando las convulsiones son crónicas puede verse afectada sus capacidades cognitivas. Dificultades para prestar atención, problemas de memoria, ralentización en algunas tareas en las que el procesamiento de la información es complejo. Estas consecuencias tienen lugar debido a las crisis epilépticas que experimenta la persona y también por efectos colaterales ante el uso de fármacos.

La lentitud de la expresión verbal y motora (más que del pensamiento) puede ser habitual. A menudo aparece la ansiedad crónica, el desaliento, la inestabilidad del humor y depresión. 

Uno de los graves riesgos de convulsionar es que el afectado no respire y fallezca