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Víctor Castañeda permanece en el geriátrico Corazón de Jesús desde hace seis años. Allí recorre los pasillos vigilando que todo esté bien.Óscar Murillo Mojica

Víctor Castañeda cumple sus sueños a los 93 años

Este hombre no solo fue comandante de Policía por un día, sino que ahora quiere estudiar. Es uno de los 330 residentes del Hogar del Corazón de Jesús.

En 93 años de vida, Víctor Manuel Castañeda Gorostiza ha hecho casi de todo. Fue plomero, mecánico, pescador, viajero, obrero, guarda de seguridad, jornalero y esposo.

Él y su familia nacieron en Samborondón y se dedicaron por muchos años a la agricultura en Milagro. Y aunque considera que ha sido feliz, siempre tuvo dos sueños que no pudo cumplir: ser papá y policía.

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“No tuve hijos, quería tener uno, pero nunca. Es bueno tener un nieto, pero no tengo. No hay quién me diga papá”, cuenta desde su habitación del geriátrico Hogar del Corazón de Jesús, en Guayaquil. Su esposa murió hace 20 años porque el azúcar le llegó al corazón, y solo le queda una hermana que vive en Las Acacias. Sus papás, tíos y otros hermanos ya fallecieron.

Pero no está solo. Lo acompañan sus recuerdos y al menos 329 adultos mayores con quienes comparte esta etapa en medio de juegos, ensayos de obras de teatro, bingos y una vieja guitarra que tiene que mandar a arreglar.

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Víctor Castañeda pasa sus días ayudando a sus compañeros del hogar Corazón de Jesús.

“Me encanta la música. Cuando estoy solito me gusta cantar, yo cantaba en la carretera caminando, y ahora canto algunas canciones que me salen de la mente, pero canciones antiguas, no las de ahora”.

Hay varias cosas que no le gustan de la actualidad. Por ejemplo, la inseguridad en la ciudad. Él fue vigilante, de hecho se pensionó hace unos 25 años de una fábrica de alimentos balanceados de la vía a la costa en la que nunca robaron mientras él la cuidaba.

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En esa época, cuenta, no tenía pistolas, cuchillos, ni siquiera un garrote para defenderse, solo sus propias manos. Pero tampoco había delincuentes, por lo menos no como los de ahora.

“Estoy viendo estas cosas que están pasando, viendo por televisión que una persona no puede andar tranquila, y ahora ser guardia implica mucho peligro porque hay bastante delincuencia”, lamenta Víctor.

Él llegó al Hogar Corazón de Jesús hace seis años y desde entonces se ha convertido en uno de los más ilustres residentes. Siempre ameno, cordial y preocupado por la seguridad de los demás.

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Momento del homenaje a Víctor por parte de la Policía Nacional.

Fue por esta razón que la doctora Mayra Loaiza, psicóloga clínica del albergue, se percató de que en el corazón de Víctor había un sueño inconcluso que, pese a su edad, aún podía cumplir: ser policía.

“Don Víctor tiene un carácter amable, pero le gusta poner orden. Esto de cumplir el sueño de ser policía es parte de las actividades psicosociales que trabajamos con la fundación Ambulancia Deseo. Ubicamos estos sueños que puedan tener los abuelos, anhelos que toda la vida tuvieron y no lograron cumplir. Con Víctor se detectó que siempre le llamó la atención, como fue guardia de seguridad, ser policía”, explica Loaiza.

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Por esta razón el 22 de noviembre del año pasado la Policía Nacional decidió rendirle un homenaje en las instalaciones del Cuartel Modelo. El propio general Víctor Zárate Pérez, comandante de la Zona 8, le impuso la insignia de ‘comandante por un día’.

“El mensaje es claro: saber que una persona de la tercera edad tiene las ganas todavía de servir. Y para nosotros que con menos edad estamos sirviendo, si en algún momento dudamos de la elección que tomamos, es momento de fortificarla con esta visita que tuvimos de Víctor Manuel Castañeda”, reflexionó el general Zárate.

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Víctor en una de sus caminatas por el centro geriátrico en el que está desde hace 6 años.

Y aunque fue feliz y recuerda con emoción el día en que le rindieron el homenaje, las botas de policía que le regalaron le aprietan y prefiere usar su uniforme solo cuando está en las instalaciones del hogar Corazón de Jesús, no vaya y sea que lo confundan con un uniformado real.

“Me dieron un buen homenaje, fue una alegría para mí, una ilusión ser policía. Me decían: ‘guardia, guardia’, pero yo todavía no llego allá, me falta el ‘chimpum’ pa’ salir a la calle”, comenta entre carcajadas.

Y añade: “Yo tengo mis añitos, pero todavía sé reaccionar. Yo quiero ser policía aquí nomás entre nosotros, no en la calle, porque van y nos viran los dueños de lo ajeno. Me gusta ser policía para estar pendiente de quién entra y quién sale del Corazón de Jesús y ayudar a mis compañeros, pero me dicen: ‘Intente salir a la calle con este uniforme y te siguen los ladrones y te viran el cuello’”, vuelve a sonreír.

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Sin embargo, la historia de Víctor ha dejado enseñanzas no solo a la doctora Loaiza y a los otros residentes del hogar geriátrico. Pese a que le duelen las rodillas y a que hace unos seis meses estuvo muy enfermo, sigue moviéndose por sus propios medios en una caminadora y aconsejando a los más jóvenes.

“Yo les daría el consejo de que sean como he sido yo, pero hay personas que no oyen consejos. Yo siempre he hecho caso de lo que me mandan a hacer. También a las personas que están caídas, hay que darles la mano, así como algún día puedo estar así. Y hay que estudiar en la vida, ser abogado o ingeniero, para ganarse las cosas honestamente”.

Y justamente estudiar es el próximo propósito de Víctor: “Yo quisiera estudiar siempre y cuando haya alguien que me ayude, estoy buscando a una persona que me ayude con eso”.

Mientras tanto, el Hogar del Corazón de Jesús es cuidado por este policía. No va armado, a veces ni siquiera viste el uniforme, pero siempre está atento a la seguridad de sus compañeros.

Óscar Murillo Mojica

Twitter: @oscarmurillom

Escríbame a murilloo@granasa.ec