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Vialidad de Salinas, una precaria realidad que también ahuyenta la inversión

La Alcaldía de Salinas atribuye la falta de obras a un bajo presupuesto

Baches Salinas
Solo el 20,13 % de las vías de Salinas están en buen estado, según el último plan de ordenamiento.Christian Vinueza

La grieta que se observa en la imagen, capturada por este Diario en la cabecera cantonal de Salinas, no es un hueco aislado del sistema vial interno del cantón peninsular. Es parte de una cadena de precariedad vial, evidenciada por un equipo de EXPRESO.

Por ejemplo, desde el Paseo Shopping La Península, avanzando por la vía Punta Carnero, se evidenció poca homogeneidad en el aspecto de las vías, que se alternan entre el asfalto y la tierra. Lo mismo sucede en ciudadelas como Costa de Oro, Las Conchas, Dunas Municipales y Concepción. Allí la gente se ha quejado, de forma permanente y desde hace décadas, por vivir en medio del polvo que generan las calles sin intervención.

De acuerdo con el Plan de Desarrollo Territorial de Salinas 2014-2019, el 59,27 % de las vías de ese cantón están en mal estado; el 20,60 %, en estado regular; y el 20,13 %, en calidad óptima.

Daniel Cisneros, alcalde de Salinas, reconoce que varias calles transversales de la cabecera cantonal y de sus sectores rurales aún no tienen asfalto. Sin embargo, explica que durante su administración han sido asfaltadas las avenidas 1, 2 y 3 (aledañas al malecón), aunque a partir de la calle Cuarta la intervención todavía no se ha realizado. Un pendiente para el que aún están buscando financiamiento, señala Cisneros.

Ninguna ciudad en cuatro años se puede terminar de hacer. Mi administración ha hecho tres veces más de lo que han hecho las tres últimas administraciones juntas

Daniel Cisneros, alcalde de Salinas

La avenida principal de Chipipe, ejemplifica Cisneros, cuesta más de seis millones de dólares. “Entonces, por los montos no la podremos hacer. Yo en un año regular tengo cuatro millones de dólares para hacer obras”, explica.

Desde el punto de vista de Isabel Wagner, presidenta de la Asociación de Corredores de Bienes Raíces (Acbir), esta situación es solo una muestra de toda la “precariedad” bajo la que vive una zona turística a causa de la “ineficiencia directa de sus autoridades”, piensa. Además, cree que esto implica un impacto en la voluntad de cualquier inversor.

Según Wagner, vender propiedades en Salinas se ha vuelto difícil, precisamente por la falta de obras básicas, como el asfaltado o la infraestructura sanitaria de la cabecera cantonal. “Es una pena que desperdicien todo el potencial que tiene Salinas. Y es una pena para las personas que tienen sus propiedades, quienes pierden porque sus viviendas se deprecian. El valor de la tierra baja completamente cuando no hay servicios básicos. La gente ya no quiere ni comprar”, señala.

Douglas Dillon, gestor ambiental y cultural por más de 26 años en la península de Santa Elena, afirma que la tendencia de desarrollo en Salinas apunta hacia las urbanizaciones cerradas. Sin embargo, explica que los servicios no siempre son proporcionales a las construcciones, debido a que “los departamentos de planificación, lastimosamente, fallan”. Coincide con Wagner en que la falta de servicios representa una afectación a la inversión.

Al respecto, Dillon considera que es necesario reactivar planes como el Programa de Recursos Costeros (PRC). “Eso involucra de manera transversal todos los campos, en temas de planificación, ambiente y turismo, con todas las autoridades”, dice. Esa carencia de servicios, añade Dillon, no es propia de Salinas y debe abordarse de manera integral, a nivel de región.

La falta de servicios y el colapso por la llegada de turistas han provocado que las inversiones migren hacia el norte. “A Punta Blanca, Punta Barandúa...”, enumera.