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El surf como terapia para el autismo

El surf como terapia para el autismo

Son las 10 de la mañana y una veintena de niños disfrutan de la brisa, las olas, y la arena mientras practican surf en una playa del Pacífico de Panamá: es un coctel de sensaciones para ellos que libera sus mentes y estimula sus sentidos como parte de una terapia para el trastorno del espectro autista.

Acompañados de sus padres y de instructores, el mar recibía a los pequeños de entre 3 y 9 años quienes, tras un primer momento de natural resistencia, se dejaban llevar por las olas, que a la larga los calmaban y les hacía sacar sus más lindas sonrisas.

La literatura médica define los trastornos del espectro autista como una discapacidad del desarrollo que puede provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales significativos.

Sus dos síntomas fundamentales son: deficiencias persistentes en la comunicación y en la interacción social, y patrones restrictivos y repetitivos de comportamientos, intereses o actividades.

Es una discapacidad que muchas veces “no se ve, y es por eso que es difícil notar que está pasando algo”, dijo a Efe Paola Castrellón, la presidenta y fundadora de Autism Wave, organización que atiende a más de 400 menores con la condición autista.

¿Por qué el surf?

La psicoterapeuta Anna Andreatta explicó a Efe que el surf como terapia alternativa es de enorme utilidad para estos menores, que tienen un trastorno de integración sensorial.

“Cuando llevas a un chiquito con trastorno del espectro autista al agua le produces beneficios incalculables, que no se los podemos dar en las terapias convencionales”, comentó la experta.

En primer lugar, el agua es un estímulo para el sentido del tacto, lo que se complementa con todo lo que implica para la parte motriz el subir los niños sobre una tabla para correr olas.

La experta explicó que “el movimiento y el balanceo... las sensaciones de la tabla, la brisa”, estimulan los sentidos de los niños con transtorno del espectro autista, quienes a menudo tienen problemas con las destrezas sociales, emocionales y de comunicación.

Con esta terapia se estimulan los sentidos propioceptivo (que interviene en el desarrollo del esquema corporal y en la relación de éste con el espacio) y vestibular (que regula el sentido del movimiento y del equilibrio), que tienen como beneficio que “literalmente calma” a los niños con transtorno del espectro autista.