Desvinculados. Tras la detención por delitos, los policías son entregados a la justicia y a la vez desvinculados.

Pusieron el uniforme al servicio del crimen

Entre el bien y el mal. Las acciones que emprende la Policía Nacional por la seguridad ciudadana, en ocasiones se ven diluidas casa adentro por determinados elementos que deciden cruzar la línea del deber, para servir a la delincuencia.

Entre el bien y el mal. Las acciones que emprende la Policía Nacional por la seguridad ciudadana, en ocasiones se ven diluidas casa adentro por determinados elementos que deciden cruzar la línea del deber, para servir a la delincuencia.

Desde 2007, aproximadamente 700 uniformados han sido separados o dados de baja por actos de presunta indisciplina o, lo que es peor, por su vinculación con el crimen organizado.

Si bien, el Ministerio del Interior ha advertido que no tendrá “contemplación” para aquellos ‘guardianes de la paz’ que se pasen al bando contrario, aquello no parece detener a policías que se aprovechan del uniforme para fines delictivos.

La madrugada del sábado, agentes especiales en coordinación con la Fiscalía detuvieron a diez personas como presuntas integrantes de una red criminal, que robaba en la modalidad de estruche a locales comerciales. Entre los apresados consta un policía, quien -según las investigaciones- le “pasaba el dato” a los delincuentes.

Las detenciones se ejecutaron en el denominado operativo ‘Omega’, tras el allanamiento a 15 inmuebles ubicados en Guayaquil y Milagro, Guayas.

El pasado 25 de junio, otros dos policías en servicio activo fueron detenidos, tras su vinculación con una organización dedicada al financiamiento, comercialización y distribución de sustancias catalogadas sujetas a fiscalización (drogas).

“Se utilizaban a servidores públicos pertenecientes al Grupo de Operaciones Motorizadas (GOM) para transportar fácilmente el alcaloide a varios sectores de la ciudad de Guayaquil, evitando cualquier tipo de control”, informó en ese entonces el Comando de la Zona 8.

Uno de los gendarmes tenía 7 gramos de heroína (231 dosis) en uno de sus bolsillos.

El pasado 28 de enero, otros dos policías que pertenecían al Centro de Atención Ciudadana y a la Unidad de Víctimas y Testigos fueron vinculados a una organización de microtraficantes que operaba en Guayaquil, Durán y Milagro.

Según las investigaciones, los uniformados eran los jefes de la banda, cuyas capturas se realizaron en sectores como El Cisne, Martha de Roldós, Socio Vivienda y alrededores de diez unidades educativas y más zonas vulnerables.

¿Qué estaría ocurriendo? El viceministro del Interior, Diego Fuentes, cree que “el mecanismo de las redes del narcotráfico y microtráfico es captar a cada una de las personas que, en cada uno de los niveles, pueden ayudarles con seguridad y con información”.

Pero, para eso, añade, las dependencias de inteligencia y contrainteligencia de la Policía están también realizando esas investigaciones.

En los casos de drogas, las pesquisas ya habían determinado la vinculación de esos elementos con bandas delictivas.

A decir de Fuentes, los del GOM fueron inmediatamente separados de las filas policiales. Igual ocurrió con los otros dos vinculados al microtráfico.

“Tenemos al momento casi 670 personas, miembros de la Policía Nacional (que) fueron separados... no tendremos contemplación para estas personas que quieran lucrar de su uniforme...”, advierte el funcionario. Según asegura, la incidencia de policías inmersos en esos casos se reduce. “Ya no hay un espíritu de cuerpo”.