Espacio. Aunque la ciudadanía confiesa que la inseguridad no alcanza los niveles de Guayaquil, ya no se sienten seguros de transitar como cuando llegaron al sector.

La Puntilla ya no es la tierra prometida

El robo a personas, negocios, carros y motos aumenta en este año. Las ciudadelas deben aplicar soluciones a un alto costo.

Una larga hilera de pisadas fangosas resaltaba en las baldosas de una casa ubicada en una exclusiva urbanización de la parroquia La Puntilla, en Samborondón. Aunque el ladrón ingresó en la madrugada, en silencio y con cautela, el lodo y su ropa empapada delataron su recorrido.

“Entran por el río. Esta ya es la tercera ola de robos que sufre Samborondón, probablemente es la más fuerte”, asegura Verdi Zambrano, presidente de la asociación de propietarios de la urbanización Entre Lagos, que colinda con el afluente.

Es por allí, insiste, que delinquen y ya hasta tienen identificado a uno de ellos, al que conocen como el Buzo, porque usa esa técnica para atracar.

Confiesa que cuando se mudó desde Guayaquil a La Puntilla, hace seis años, lo hizo para no tener que preocuparse por la delincuencia, para no vivir encerrado. No obstante, según lo que varios residentes contaron a EXPRESO, el panorama de exclusividad, paz y seguridad de que ningún antisocial iba a irrumpir en sus domicilios, empieza a evaporarse.

Por eso, no le extraña escuchar que en otras zonas se hayan metido a las casas. En su propia ciudadela, los delincuentes han ingresado en varias ocasiones, a pesar de todas las medidas de seguridad en las que han invertido: pagar más a los guardias, en cámaras de seguridad, concertinas... Al parecer, ya no es suficiente.

En todo 2018, la Fiscalía Provincial del Guayas registró en Samborondón 68 denuncias por robo a domicilios. De enero a julio de 2019, es decir, en solo siete meses, ya van 46 casos del mismo delito.

En la urbanización La Puntilla, antisociales ingresaron a robar en una vivienda también por el río, en septiembre del año pasado. Fernando Huamán, presidente de los propietarios de la ciudadela, prefiere no dar precios, pero asegura que han invertido “muchísimo” en seguridad para evitar que esto ocurra nuevamente.

Tanto Zambrano como Huamán consideran que el punto de infiltración de la delincuencia se halla en los ríos Daule y Babahoyo, que fluyen a los costados de La Puntilla; porque estos han sido el común denominador de los asaltos a domicilios que se han reportado.

Según datos proporcionados por Bomberos y la Dirección Nacional de Espacios Acuáticos (Dirnea), dos lanchas de la primera entidad y una de la segunda patrullan las riberas de La Puntilla. Pero para los residentes, eso es insuficiente.

Pero esa creciente inseguridad no solo está dada por la delincuencia. Mónica Reynoso, habitante de la urbanización Bouganville, suma la problemática del tránsito del sector. “La avenida Samborondón es la única vía de acceso y salida y, en horas pico, queda bloqueada. Entonces, ningún vehículo de emergencia (Policía, ambulancias o bomberos) tiene la capacidad de atender efectivamente a los reportes de emergencias o llamadas de auxilio”, explica.

Además, critica que no haya más que una “caseta” (Unidad de Policía Comunitaria) en la vía Samboróndon, lo que a su criterio hace del sector una “presa fácil”.

Eduardo Ricaute, jefe de la Policía Nacional del Distrito Samborondón, reconoce que en La Puntilla deberían existir, al menos, tres Unidades de Policía Comunitarias (UPC), pero confirma que solo hay una.

Miguel Ángel Wong, también residente de La Puntilla, cree que debe haber más patrullajes. Él siente recelo cuando sale de casa, desde que fue escopolaminado y asaltado. “Yo camino bastante. Afuera ya se ven personas indigentes. A mí me robaron en los primeros meses del año”, recuerda. Fue un ‘caramelero’. Se le acercó y le dio un dulce, se sintió mareado y le robó el celular.

El robo a personas, según cifras de la Policía, se ha duplicado en el cantón: de enero a agosto de 2018 hubo 15 casos; en el mismo periodo de 2019 ya van 30. Pero este delito no es el único en aumento. El robo a carros se ha cuadriplicado.

Jaime Jara, jefe de Seguridad del Municipio, afirma que tienen avanzada la planificación de un sistema de videovigilancia. La idea es “poner cámaras en todo el cantón, en La Puntilla, la cabecera cantonal, Tarifa, Boca de Caña, entradas a los recintos y un centro de control y monitoreo. Añade que, si la Policía necesita del apoyo de esta infraestructura, “serán bienvenidos para que puedan tener una buena fuente de evidencias para proceder con acciones legales”.

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