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Andrés Billar era policía en su país. Hoy, junto a su esposa y dos pequeños hijos vende caramelos en las calles de Guayaquil. Como regalo por el día del Padre quiere un trabajo formal.jorge alvarado

Padre, una palabra que busca tocar el corazón de los ecuatorianos

Venezolanos en situación irregular prefieren no hablar del Día del Padre. Solo apelan a la buena voluntad y el humanismo de la gente para con ellos

En la casa de los Sandoval, en el populoso Mapasingue Este, el pollo, el pabellón criollo y la cachapa van a faltar este domingo 20 de junio. Esta nueva celebración del Día del Padre pasará inadvertida, o será como cualquier otro día, "porque no hay para celebrar ni comprar nada", dice con resignación Manuel Sandoval, de 85 años y quien es la cabeza de esta familia venezolana que vive en Guayaquil desde hace dos años.

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Con parte de su rostro y cabeza cubiertos con vendajes, por los tratamientos que recibe en Solca contra el cáncer de piel, este adulto mayor no sabe aún si va pasar trabajando o si se reunirá con dos de sus hijas y cinco nietos en el día festivo. Aunque a ellos les gustaría, al menos ese día, estar en su entrañable San Fernando de Apure, con sus parientes que se quedaron allá.

Manuel y su familia son parte de los alrededor de 400.000 venezolanos que viven en el Ecuador en forma irregular y de los 5.7 millones que desde 2016 han huido de Venezuela, debido a la crisis humanitaria que la afecta.

A pesar de su avanzada edad y sus dolencias, este padre, abuelo y bisabuelo se gana la vida vendiendo caramelos en uno de los portales de la calle Chile, entre Aguirre y Luque, en pleno casco turístico y comercial de Guayaquil.

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Manuel Sandoval, de 85 años y con cáncer de piel, es padre, abuelo y bisabuelo pero por su situación cree que este domingo pasará el Día del Padre vendiendo caramelos, como cualquier otro día.Jorge Alvarado

"Como no puedo caminar, aquí me siento en un banquito a esperar que la gente me compre los caramelos", comenta a EXPRESO el adulto mayor, mientras se acomoda una sucia y floja mascarilla que parece haber sido usada hasta el abuso. "Muchos no se llevan el producto, solo me dan una limosna y me dicen: 'Tome, abuelo' y yo les digo: 'Gracias, padre'".

A diferencia de muchos de sus compatriotas que han salido de Venezuela, Sandoval y sus descendientes tienen un techo donde pasar las noches. Con el trabajo de él y de sus hijas juntan dinero cada fin de mes para pagar la casita que alquilan en Mapasingue.

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"Yo gano de diez a doce dólares en un buen día, pero no alcanzan para nada, pero estoy conforme con lo que mi Dios bendito me da", comenta el anciano con su voz casi inaudible.

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Manuel con su nieta Dalia, de 8 años, en el puesto donde él vende caramelos.J. Alvarado

Igual que Amalia, una de sus hijas en Ecuador, Manuel dice que no han pensado en nada para este Día del Padre, una celebración que, en Apure y otras ciudades "llaneras" discurre con una reunión familiar donde no falta el arroz con caraotas, carne mechada y tajadas de maduro frito (el plato tradicional de su país) y las tortillas de maiz molido (cachapa).

"No sé que vamos a hacer este domingo. Puede que estamos trabajando ara poder sustentar los gastos diarios", dice el exconductor de buses.

UN POLICÍA Y PADRE A SU CORTA EDAD

A pocas cuadras del sitio está su compatriota Andrés Billar, un joven de 24 años, quien también sufre al saber que se viene una celebración que, para ellos, hoy no tiene sentido. Es más, cuando este Diario le pregunta cómo va a pasar el Día del Padre, él enmudece y sus pupilas enrojecen.

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Andrés Billar muestra su placa y credenciales que lo acreditaban como funcionario de la CICP de Venezuela.J. Alvarado

Paradójicamente las palabras Padre y Padrecito son las que más pronuncian los migrantes venezolanos que piden una ayuda en las calles.

"Padrecito, dame una ayuda para darle de comer a mis hijos" , "Cualquier apoyo, padre", dice el mismo Billar a todos los hombres que cruzan por donde está él con su esposa Odiana Guerra, y la parejita de hijos (Deinelis de 7 años y Jean Carlos de 5).

El jefe de esta joven familia explica que muchos de sus compatriotas en su misma situación dan este trato a los ecuatorianos "porque muchos son padres y madres y tratándolos así queremos tocarles el corazón".

Pero Billar, quien se convirtió en papá cuando solo tenía 17 años, allá en su Valencia natal,  no pide limosnas. Él realiza el mismo oficio ambulante que Sandoval para tratar de sobrevivir en una ciudad y un país "ajenos": vender caramelos.

Al verlo sentado en una vereda ofreciendo el producto por unidades, cualquiera pensaría que se trata de un joven más que interrumpió sus estudios y sus sueños para tratar de salir adelante en otras tierras. Pero a su corta edad Billar está hoy viviendo en la calle con su familia, pese a que hasta hace dos años, ya tenía un rumbo en la vida, una profesión que, en cualquier otro país, da para vivir al menos con ciertas comodidades.

Él era miembro del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y además estaba especializado en temas de derechos humanos y había trabajado con una oenegé como consultor técnico en ciencias forenses.

"Preferí salir de mi país porque no estuve de acuerdo con las políticas del Gobierno actual de represión al pueblo. Lamentablemente estudié y me capacité mucho desde muy joven para hoy estar en la calle", comenta Billar a este Diario, mientras muestra su placa policial y un carné del Cicps que lleva siempre en su equipaje.

UN DESEO POR EL DÍA DE LOS PADRES

Andrés Billar, Manuel Sandoval y otros venezolanos que prefirieron que sus nombres no aparezcan en esta nota, expresaron sus deseos de mejores días para ellos y sus familias en Ecuador y otros países.

Todos los entrevistados coincidieron también en que lo que más desean es que en su país mejoren las cosas o encontrar un buen empleo y estabilidad en los países que los acogen.

"Que el Día del Padre sirva para que la gente reflexione -dice Billar- que piense, que recuerde que Dios Padre nos amó a todos por igual".

ACTIVISTA: TIENEN DERECHO A UN SUELO QUE LOS COBIJE

El reciente anuncio del presidente Guillermo Lasso, de que promoverá la regularización de los venezolanos en el país, ha sido bien recibido por estos extranjeros y también por activistas por los DD. HH. y en favor de los migrantes

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"Creo que el Gobierno ha tomado una decisión muy positiva en la defensa de los derechos humanos. Todos los seres humanos tenemos derecho a tener una familia, un hogar y estar arraigados a un suelo patrio", dice FranKlin Moreno Quezada, presidente del Colegio de Epecilistas en Drechos Humanos.

El activista agrega que la fraternidad universal de los seres humanos no mira fronteras "y el presidente Lasso ha hecho muy bien en buscar el camino de la regularización de estas personas porque no existen seres humanos ilegales y la Constitución del Ecuador establece la ciudadanía universal, es decir el derecho a la movilidad no puede ser penado sino más bien promovido por los Estados porque el hombre tiene derecho de buscar un suelo que lo cobije a él y a su familia.

También ex comisionado de la Defensoría del Pueblo de Ecuador, Moreno Quezada, lamenta que en momentos de celebraciones tan importantes como el Día del Padre, los corazones de muchos de estos migrantes se van a sentir más entristecidos porque van a pasarlo sin sus padres o sin sus hijos y en unos casos sin sus padre e hijos que han tenido que dejar en Venezuela para salir a buscar un futuro mejor.