Es el mecanismo de bioseguridad que más se respeta, al menos en Quito. El uso de mascarillas se evidencia en todos los puntos de la ciudad. Lo usan oficinistas, trabajadores autónomos, transeúntes y hasta la población en condición  de calle. 

Todos quieren reducir los contagios de coronavirus. 

El Municipio expresa su satisfacción con esa actitud de la ciudadanía. Aseguran que aunque se detectan incumplimientos en el distanciamiento social, se puede ver que más del 90 % de los quiteños utilizan constantemente sus tapabocas. 

Para estimular el uso, el Municipio colocó varias vallas en la ciudad enfatizando que la mascarilla es vital para evitar la propagación del Covid-19.

César Díaz, titular del Comité de Operaciones de Emergencia Cantonal (COE), cree que Quito necesita que sus habitantes cumplan un "pentágono de seguridad" para protegerse ante la pandemia: 

• Uso de mascarilla.
• Lavado de manos.
• Distanciamiento Social.
• Evitar comprar artículos de vendedores ambulantes.
• No consumir alimentos en las calles.

Sobre el primero de esos puntos, empresas privadas ecuatorianas y emprendimientos pequeños trabajan en la elaboración de mascarillas que cumplan con las normas de bioseguridad para garantizar la salud de sus usuarios. 

La instagramer Valeria Calderón (@fitfrutilla) es un ejemplo. Ella desarrolló su propia línea de tapabocas reutilizables. Son hechas con materiales antifluidos y se entregan con protocolos de seguridad. 

Los costos van desde los dos dólares hasta los 6,50 dólares (con headband incluido). Su producción alcanza los 200 kits diarios. 

Como ella, más de doce empresas nacionales elaboran tapabocas que ahora son obligatorias en Quito. Su falta de uso puede generar multas de 100 dólares.