Washington Prado.

El narcotraficante del siglo

Desde hace quince años que las autoridades de la policía colombiana no encontraban a un narcotraficante que sea capaz de conformar -en un par de años- una organización tan sofisticada y estructurada como la red que dirigía el ecuatoriano Washington Pra

Desde hace quince años que las autoridades de la policía colombiana no encontraban a un narcotraficante que sea capaz de conformar -en un par de años- una organización tan sofisticada y estructurada como la red que dirigía el ecuatoriano Washington Prado Álava, de 35 años, más conocido como ‘Gerald’.

Tan importante resultó ser Prado en la cadena del narcotráfico sur y centroamericano que los medios internacionales lo han catalogado como el “Pablo Escobar ecuatoriano”.

Su historia en el mundo del tráfico de drogas habría empezado hace casi 10 años, cuando fue reclutado por la organización criminal conocida como Los Rastrojos. ‘Gerald’ era pescador y conocía a la perfección las más peligrosas rutas marítimas del Pacífico sur. Además, tenía acceso a varios cultivos que estaban ubicados en la zona fronteriza colombo-ecuatoriana y su principal trabajo era abastecer de cocaína a la red.

Poco a poco fue ganando terreno y confianza con los líderes, quienes le daban cada vez más responsabilidades y le permitían involucrarse en casi todos los procesos del tráfico. Ya para 2014, cuando Los Rastrojos se habían desintegrado, ‘Gerald’ empieza a controlarlo todo. “Después de que Los Rastrojos desaparecen nos damos cuenta de que él (Gerald) toma muchísimo poder y empieza a controlar todos los eslabones de la cadena. Él queda a cargo de toda la producción, tráfico, comercialización en Centroamérica y el transporte de la cocaína”, explicó a EXPRESO el general Jorge Luis Vargas, titular de la Dirección de Investigación Criminal e Interpol (Dijin) de Colombia.

Pero el camino para conseguir todo lo que hasta hace un par de semanas tuvo, no fue fácil. El general Vargas explicó que ‘Gerald’ y sus aliados utilizaron “métodos violentos para mantenerse vigentes como organización criminal en la frontera entre Colombia y Ecuador”. Métodos que cobraron vidas y que se convirtieron en delitos por los que el ecuatoriano también será procesado en Estados Unidos, como homicidio, secuestro, desaparición y tortura. Además del enriquecimiento ilícito y lavado de activos.

‘Gerald’ se codeaba con los capos más peligrosos e importantes de Centroamérica con los que establecía conexiones para que la cocaína llegue a Estados Unidos. Junto a él trabajaban otras tres personas: Leonardo Vera, un ecuatoriano conocido como ‘Thiago’; Robinson Castro, alias ‘Rocho’ y Diego Arizala, alias ‘Zorro’. Ellos también fueron detenidos por la Dijin de Colombia.

‘Thiago’ era su mano derecha y se encargaba de que la droga llegue a Centroamérica. ‘Rocho’ coordinaba la producción y el acopio de la cocaína; y ‘Zorro’ trazaba las rutas para evitar que las lanchas no fueran localizadas por los policías. Debajo de ellos habían 13 mandos medios que -a su vez- controlaban a cientos de personas.

El reino de este capo del narcotráfico terminó hace tres semanas cuando ingresó a Colombia desde Ecuador. El objetivo era encontrarse con una mujer, quien resultó ser una agente encubierta oriunda de Cali, según la información publicada por la revista colombiana Semana. Fue detenido en Ipiales, minutos después de cruzar la frontera por un grupo policial que ya lo esperaba.

El general Vargas indicó a este Diario que ellos obtuvieron información de la ubicación de ‘Gerald’ por fuentes de su misma organización. “Él venía constantemente, siempre se movía en la frontera colombo-ecuatoriana, tuvimos la colaboración de fuentes que pertenecían a la organización de él y nos ayudaron a encontrarlo”.

Una vez extraditado, el Pablo Escobar de Ecuador podría afrontar una de las condenas más altas en Estados Unidos.

La ruta de la droga

El proceso iniciaba en Colombia, en laboratorios ubicados en varias zonas de Nariño, provincia ubicada en la frontera con Ecuador. Luego encaletaban la cocaína en lanchas rápidas y barcos pesqueros con GPS y equipos muy sofisticados adquiridos en mercados internacionales, que les permitían ubicar la zona marítima por la que iban a transitar. Las embarcaciones salían desde Tumaco (Colombia) y Esmeraldas (Ecuador). Eran abastecidas de combustible por pescadores en altamar.

Desde ahí iban hacia México, Honduras, Guatemala y Estados Unidos por rutas exclusivas que habían conseguido a través de la violencia y ganando peleas a otras organizaciones delincuenciales que pretendían pasar por los mismos lugares. Semanalmente despachaban entre 10 y 12 de estas lanchas cargadas cada una con 800 a 1.000 kilos de droga, aproximadamente. Todo era controlado personalmente por ‘Gerald’.