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La acumulación de tantos artefactos y la presión de su círculo cercano lo llevaron a abrir el museo.Alejandro Prieto

Uruguay y su primer museo de juguetes antiguos

Un hombre llegó a coleccionar 25 mil piezas para la galería.

La vida de Eduardo Balduccio cambió por completo cuando con tan solo 9 años sus padres le regalaron un cochecito de juguete procedente de China que compraron en el emblemático Bazar Mitre uruguayo y que despertó en él la pasión por los juguetes.

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“Es un juguete muy lindo que mi madre cuidó mucho. Cuando lo accionás, prende unas luces y una muñequita hace ver que saca una fotografía”, cuenta con una sonrisa nostálgica Balduccio, que a sus 63 años sigue conservando el cochecito.

Desde ese momento empezó a recolectar juguetes de madera, plástico y lata en ferias, anticuarios y en remates, y en la actualidad su colección cuenta con 25.000 piezas que le han llevado a crear ‘El Juguetero’, el primer museo de juguetes antiguos de Uruguay, situado en la Avenida 25 de Mayo 230, en Ciudad Vieja.

“Mi pasión por los juguetes sigue viva, jamás los vendería. Ahora mismo estoy en búsqueda de más juguetes nacionales porque el museo se presta más para juguetes que se fabricaron acá, donde hubo muchas fábricas buenas”, recuerda el amante de los juguetes, que administra el museo junto con su hija Estefanía.

“Mi pasión por los juguetes sigue viva, jamás los vendería".

Eduardo Balduccio, coleccionista.

La acumulación de tantos artefactos y la presión de su círculo cercano fueron los detonantes para abrir el museo, una decisión que Balduccio celebra porque “hoy los están viendo muchas personas que ven su pasado en ellos y se lo cuentan a sus hijos y nietos con mucha emoción”.

La idea es que los visitantes comiencen su recorrido por la parte izquierda, donde se encuentran los juguetes más antiguos -una maquinita de coser de 1900 y un barco alemán de 1906- y los más nuevos -unas figuritas de superhéroes como Batman o los Power Rangers de las décadas de los 70 y 80-, y terminen la visita por la parte de la derecha, reservada para los juguetes nacionales para que vean la importancia que la industria juguetera tuvo en el pasado.

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Además, Balduccio y su hija guardan un lugar especial al fondo del museo para exponer los juguetes que amigos, conocidos y familiares les donan, todos ellos acompañados por un cartelito que narra la historia que esconde cada juguete.

De hecho, en el primer sábado después de que abriera el museo, se vendieron 350 entradas, una cifra “muy inesperada y que nos hizo mucha ilusión”, dice Estefanía Balduccio, que hace dos años volvió a Montevideo desde Nueva Zelanda por culpa de la pandemia y para cumplir el sueño de su padre.

El primer sábado se vendieron 350 entradas, una cifra “muy inesperada y que nos hizo mucha ilusión”.

Eduardo Balduccio

El museo se sustenta por la venta de entradas, que tienen un costo de 200 pesos para mayores de 12 años, pero la intención de padre e hija es no cobrar por las visitas “si aparece otra vía de financiación que mantenga el negocio a flote”, indica Estefanía.

Ahora mismo, el museo tiene 2.500 juguetes en exposición, y el plan de los Balduccio es rotar cada seis meses, de modo que cada 10 meses todos los juguetes hayan salido a la luz.