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TAMAULIPAS. Un militar de frontera reguarda uno de los campamentos ubicados en esta provincia mexicana, donde viven en estos días decenas de centroamericanos, que aspiran pasar hacia EE. UU.CRISTOBAL HERRERA / EFE

Trump cierra la inmigración por tierra de forma indefinida

EE. UU. congela las solicitudes de asilo en la frontera sur mientras dure la pandemia del COVID-19. 20 mil personas esperan en el borde limítrofe

La frontera sur de Estados Unidos queda oficialmente cerrada, desde este jueves y sin fecha de reapertura, para los miles de demandantes de asilo que se agolpan en el norte de México.

Se trata del último paso en una progresiva regulación que comenzó el pasado 20 de marzo con el argumento de que no se podía garantizar la salud de los inmigrantes en medio de la pandemia de la COVID-19. Aquella orden de no admitir demandantes de asilo se ha prorrogado dos veces, hasta que se ha hecho ‘sine die’.

En el país (México) actualmente hay cerca de 4.800 personas solicitantes de asilo que viven en 89 albergues, por lo que cerrarlos por la pandemia de COVID-19 es inviable. Los refugiados son víctimas invisibles de esta pandemia y una población vulnerable. (...) Si no fuera por las ONG se quedarían sin nada.

Juan Pablo Álvarez,
asociado al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur)

La orden firmada este martes por el director del Centro de Control de Enfermedades (CDC), Robert Redfield, extiende indefinidamente lo que ya era una política de facto de Estados Unidos en su frontera sur a raíz de la pandemia.

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TAMAULIPAS. Jesús Chávez, lleva a su hija Carmen en brazos. Ambos son salvadoreños y viven e carpas en el campamento levantado en un complejo rural en esta provincia mexicana.CRISTOBAL HERRERA / EFE

Las órdenes dictadas en marzo permiten expulsar inmediatamente, sin examen médico y sin escuchar cada caso, a cualquier demandante de asilo. Desde el 20 de marzo hasta finales de abril, EE. UU. ha rechazado en la frontera a más de 20.000 personas.

La orden afecta a todo aquel que quiera ingresar a Estados Unidos desde Canadá o desde México que, al entrar, debería ser confinado en un centro de detención. Es decir, las personas sin documentos de inmigración válidos que quieran pedir refugio, que es desde hace una década el perfil más habitual en la frontera. La mayoría son unidades familiares y de origen centroamericano.

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TAMAULIPAS. Un grupo de niñas se distrae en un área de parque en esta población mexicana. Son parte del grupo de familias centroamericanas que intentan cruzar la frontera hacia Estados Unidos.CRISTOBAL HERRERA / EFE

El presidente estadounidense, Donald Trump, siempre ha dicho que este tipo de inmigración es un agujero del sistema que la gente aprovecha para quedarse en el país, y cerrar el sistema de asilo de Estados Unidos ha sido una de sus grandes obsesiones.

Con la pandemia del coronavirus, lo ha conseguido. La orden del 20 de marzo establecía que “hay un riesgo serio de que se introduzca la COVID-19 en el país a través de los puertos de entrada”, ya que la enfermedad está presente en Canadá, México, “y los otros países de origen de las personas que migran a Estados Unidos”, dijo el mandatario.

ContextoEn junio de 2019, luego de un acuerdo con EE. UU., México desplegó miles de agentes de seguridad para vigilar sus fronteras. En enero pasado, hubo varios intentos infructuosos de cruzar desde Guatemala a México en caravana.
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TAMAULIPAS. Carmen Amaya es una migrante salvadoreña y prepara los alimentos para su familia y alguno de los refugiados que acampan en estos días a la espera de pasar hacia Estados Unidos.CRISTOBAL HERRERA / EFE

Además, los inmigrantes sin documentos “serían retenidos en las áreas comunes (de las comisarías de la policía de fronteras) muy juntos unos de otros durante horas o días”.

Es decir, el proceso habitual en la frontera “incrementaría el ya de por sí serio peligro para la salud pública”, de la COVID-19, lo que justifica el rechazo a los inmigrantes desde la perspectiva del Gobierno de Donald Trump.

Contexto
En México, la migración aumentó desde octubre de 2018, cuando caravanas con miles de migrantes centroamericanos comenzaron a ingresar al país para llegar a EE. UU.

La orden señala además expresamente a los indocumentados, que “dada su carencia de estatus migratorio, hay muchas dudas de que pudieran aislarse y ponerse en cuarentena, o cumplir con las recomendaciones de distancia social, si fueran liberados”.

Estados Unidos ha registrado ya 1,4 millones de casos positivos de la COVID-19 y más de 90.000 muertos desde que decretó el estado de emergencia.

UNA SITUACIÓN DESESPERADA

La frontera sur de Estados Unidos estaba prácticamente cerrada a la inmigración desde que Washington y México pactaron dejar a los inmigrantes en territorio mexicano mientras esperan su turno para exponer su demanda de asilo ante un juez de EE. UU. Esta política ha dejado a miles de personas varadas en una situación desesperada en campamentos y campos de refugiados por todo el norte de México. La nueva orden además otorga poder a la policía fronteriza para devolver a México en caliente a los inmigrantes detenidos, con el argumento de proteger la salud pública.

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TAMAULIPAS. Varias carpas aparecen en una zona rural en esta provincia mexicana, aledaña a la frontera con Estados Unidos. El conjunto es ocupado en su mayoría por refugiados centroamericanos.CRISTOBAL HERRERA / EFE

En abril de 2019, EE. UU. tenía casi 20.000 personas detenidas en los centros de detención de la frontera. En abril de este año, eran menos de 100. En 2018, el último año del que hay datos completos, EE. UU. concedió asilo a 38.600 personas, de las que 13.248 eran indocumentados que iban a ser deportados. Entre el 21 de marzo y el 14 de mayo realizó 59 entrevistas a demandantes de asilo. Solo ha admitido a dos.