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Oficiales de seguridad paquistaníes inspeccionan la escena un día después de la explosión de una bomba suicida en una mezquita en líneas policiales, en Peshawar, provincia de KPK, PakistánARSHAD ARBAB / EFE

Varios testigos del atentado en Pakistán recuerdan la terrible masacre

Cien personas murieron y otras 157 han resultado heridas en ese atentado

Tan pronto como un terrorista suicida se inmoló en una mezquita de Peshawar, escenas de sangre, humo, pánico y heridos pidiendo ayuda se apoderaron del lugar, donde al menos cien personas murieron, en su mayoría policías, en un atentado que recuerda a la época más oscura en Pakistán.

“Cuando llegué a la mezquita había humo, cadáveres y restos mortales por todas partes y la gente gritaba pidiendo ayuda”, relató Inayat Ullah, un político local que se encontraba en el recinto policial que albergaba la mezquita en el momento de la explosión el lunes 30 de enero.

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“Fue tan fuerte que hizo temblar todas las puertas y paredes de la oficina en la que estaba”, agregó. Se dirigió de inmediato al lugar de la catástrofe acompañado por un oficial de Policía, cuando presenció “las escenas más horribles” de su vida.

Cien personas murieron y otras 157 resultaron heridas en ese atentado, según los últimos datos oficiales, convirtiéndose en uno de los más mortíferos contra la Policía paquistaní.

La explosión fue tan potente que pudo escucharse a varios kilómetros de distancia, y según la Policía, se emplearon unos 12 kilos de explosivos, lo que explica que no solo derribase el techo del lugar sagrado bajo el que oraban cientos de fieles, sino que dañase los edificios de su alrededor.

Pero junto a Ullah, otras muchas personas acudieron apresuradamente a la mezquita, a la ayuda de sus amigos y familiares que habían quedado atrapados bajo los escombros y llamaban por teléfono para pedir ayuda.

Los gritos de uno de ellos, al que los restos de un pilar habían atrapado su pie impidiéndole salir, han quedado grabados en la memoria de Zia Uddin, uno de los rescatadores de la Fundación Al-Khidmat que llegó al lugar del siniestro. “Estaba gritando una y otra vez, ‘córtenme el pie, pero sáquenme”, recordó Uddin.

Uno de sus compañeros en las tareas de rescate, Tahir Afridi, también trasladó al hospital en ambulancia cadáveres y heridos, aunque aseguró que fueron varias las personas a las que vio perecer de camino al centro médico.

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“Recogí a uno, murió, corrí hacia el otro, también murió y otro cerca de él murió en el mismo momento”, lamentó este oficial de rescate.

En especial se acuerda de un chico joven que permanecía muy animado, a pesar de que no dejaba de perder sangre por varias partes, incluida la cabeza, donde tenía anudado un pañuelo de seda. “Empecé a tratar de detener el sangrado, mientras él intentaba mostrar coraje, a pesar de gemir por las heridas”, dijo Afridi, que señaló que el joven no llegó con vida a la puerta del centro médico.

Según el portavoz del Hospital Lady Reading al que eran trasladados los heridos, su caso no fue el único. Fueron también muchos los cuerpos que llegaron al centro en tan mal estado que apenas eran reconocibles.

“Se habían separado órganos humanos de varios cadáveres”, detalló Asim Khan.

La ubicación de la mezquita, en el interior de un complejo policial en una de las zonas más sensibles y seguras de la localidad, ha generado malestar entre los familiares de las víctimas, que no comprenden cómo el terrorista pudo entrar en un espacio fuertemente custodiado.

Una gran cantidad de familiares se acercó ayer al lugar expresando su ira y cuestionando la seguridad en Pakistán, donde ni siquiera las fuerzas de seguridad están a salvo de un atentado de esas dimensiones.

Una duda similar a la que crece entre los investigadores, que se esfuerzan por averiguar el ‘modus operandi’ del terrorista para acceder al lugar.

Para ayudar a resolver la incógnita, miembros de varios cuerpos policiales, procedentes de casi toda la provincia del norte de Pakistán, se trasladaron al recinto policial, según informó un portavoz de la Policía local, Naveed Khan.

El terrorista apenas dio margen a que comenzase la oración de la tarde, la más multitudinaria, ya que tan pronto como el líder espiritual comenzó a rezar y los seguidores lo siguieron, sucedió la explosión, sin que muchas de las víctimas fueran conscientes de ella, contó a Afridi uno de los heridos.

“Abrí los ojos por el sonido de la ambulancia en la que me encontraba”, sentenció.