Mientras una fuente oficial del palacio de Kensington confirma que el príncipe Carlos de Inglaterra  (71) ya salió del aislamiento a tan solo siete días de haber sido diagnosticado con COVID-19, algunos medios se muestran preocupados por los intensos rumores de que la reina Isabel II ha sido contagiada por uno de sus guardaespaldas.

Pero la noticia fue desmentida. Hace un par de semanas, la soberana de 93 años dejó el palacio de Buckingham para refugiarse en el Castillo de Windsor y estar así mucho más protegida.

“Su Majestad la Reina sigue gozando de buena salud. La Reina vio por última vez al Príncipe de Gales brevemente en la mañana del 12 de marzo y sigue todos los consejos apropiados para mantenerse en buen estado de salud. No haremos más declaraciones”, decía el comunicado oficial.

Felipe de Edimburgo, quien estaba en la residencia de Sandringham, viajó para allí y ya se encuentra con su esposa en Windsor.

En cuanto a Carlos, se sabe que estuvo durante la semana de convalencencia en su residencia de Birkhall, una de las fincas reales de Balmoral en Escocia. Al parecer, como padeció de síntomas leves, su salud no se vio muy afectada e, incluso, estuvo trabajando desde casa los últimos días, como suele hacerlo siempre.

Su esposa, Camilla, duquesa de Cornualles, también se sometió al test, pero los resultados dijeron que era negativa al contagio. A pesar de ello, también permaneció aislada en el mismo lugar de su marido.

Durante esos días de confinamiento, la duquesa continúa involucrada con sus fundaciones, en especial con aquellas que trabajan con mujeres víctimas de la violencia doméstica, un tema que toma relevancia en estos tiempos de coronavirus y de encierro. 

Por su parte, los duques de Cambridge y sus hijos permanecen en la casa de campo, en tanto que Meghan y Harry están armando su nueva vida en Estados Unidos, concretamente en Los Ángeles, lejos del príncipe Carlos de Inglaterra y del resto de la familia real.