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El portal de Belén, según BANKSY

The Walled Off, el polémico hotel que convirtió la ciudad palestina en destino para amantes del arte.

Desde que a principios del nuevo milenio Banksy llegara a Belén para llenarlo de su arte urbano y creara en sus calles algunos de sus aforismos visuales más icónicos, una nueva forma de turismo ha ido asentándose en el lugar donde la tradición sitúa el nacimiento de Jesús de Nazaret.

Hoy acuden esencialmente dos tipos de peregrinos: los que se guían por la estrella de Oriente y los que siguen el rastro del artista surgido de la escena underground de Bristol, y contribuyó a visibilizar la historia y la cultura palestinas, así como la vida bajo la ocupación. Tanto unos como otros tienen que cruzar la barrera de Cisjordania, uno de los muros más hostiles del planeta.

Desde la Puerta de Damasco de Jerusalén, el trayecto en taxi, en dirección sur, lleva algo más de 20 minutos, lo que se tarda en recorrer 10 kilómetros si el tráfico es fluido. El destino es una inhóspita rotonda frente a una mole de hormigón que convierte las dos ciudades vecinas en mundos paralelos.

El Belén sobre el cual cantan los villancicos queda al otro lado. La estructura plomiza coronada de alambre de espino serpentea entre calles y olivares hasta perderse en el horizonte, siguiendo un trazado de cientos de kilómetros.

La cuna del cristianismo acoge a la mayoría de turistas solo por unas horas, antes de que vuelvan a sus hoteles, en Jerusalén. El beneficio para los betlemitas, cuya economía quedó mermada con la construcción del muro en 2002, hasta hace poco era bastante exiguo, pero las pernoctaciones están aumentando debido a la nueva oferta hotelera. Este año la cifra de turistas alcanzó los 3’500.000, frente a los 3’000.000 de 2018, según datos del Ministerio de Turismo palestino. E irá creciendo.

El Gobierno palestino utilizó la reproducción de un fragmento de muro con dos querubines de Banksy para su stand en la anterior edición del World Travel Market de Londres.

Taxistas y guías locales se apresuran a enseñar fotografías plastificadas de los lugares santos a los turistas que se aventuran a cruzar a pie, y no se olvidan de mostrarles también las de los grafitis, convertidos en una atracción alternativa no exenta de controversias.

El muro, homogéneo y gris en suelo israelí, se transforma en Belén en una explosión de colores y consignas que interpelan a los transeúntes, difundidas con sus teléfonos móviles a escala global.

Para unos, pintarlo equivale a embellecerlo y legitimar así su presencia; para otros, es un acto de resistencia creativa y no violenta, la mejor manera de alzar la voz ante la opresiva pared de cemento armado.

A medio kilómetro del ‘checkpoint’ se levanta el Walled Off (el hotel con “las peores vistas del mundo”, inverosímil reclamo), que acoge también una galería artística de creadores locales. El proyecto, financiado por Banksy, se distingue enseguida por un letrero luminoso y la estatua de un chimpancé uniformado de botones. El ambiente del vestíbulo transporta a un nostálgico Gentlemen’s Club, con sofás de cuero, brisa de ventiladores de techo y notas de un piano que toca por sí solo temas de la banda Massive Attack.

Todo en las paredes alude a la ocupación (un busto renacentista protegiéndose del gas lacrimógeno, cámaras de seguridad y drones) y combina la comodidad de un hotel boutique con una caricatura de los días del mandato británico y el absurdo de la situación actual.

El muro está tan próximo a las nueve habitaciones (que oscilan de los 55 a los 255 dólares la noche) y la suite presidencial (en torno a los 499) que parece ser parte del interiorismo. El único ruido viene de la terraza, donde los clientes toman cerveza a la sombra del muro sobre el cual, más tarde, se proyectará un partido de fútbol.

En 2017 surgió el ‘turismo de conflicto’

La apertura del hotel en 2017 encendió la polémica sobre el denominado ‘turismo de conflicto’. Hay quienes defienden The Walled Off Hotel porque subvierte la narrativa israelí del muro y lo ha situado en el debate mediático, además de atraer visitantes que pernoctan en Belén, lo cual les permite conocer un poco mejor, y de primera mano, la situación. Cerca de la célebre paloma de la paz protegida con chaleco antibalas de Banksy, a cinco minutos del hotel, en dirección al centro histórico, la artista y directora betlemita Emily Jacir, León de Oro de la Bienal de Venecia, ha inaugurado en su centenaria casa familiar, gracias a una campaña de micromecenazgo, un centro de investigación y creación artística que promete ser un significativo lugar para el diálogo y la preservación de la memoria local. Por su parte, la galería-café Bab­idDeir, en un bello edificio esquinero de piedra caliza próximo a la basílica de la Natividad, se ha propuesto visibilizar a artistas contemporáneos palestinos.